Capítulo 3 - Verdades Dolorosas

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PoV Gael:

Decidió no ir a la oficina, estaba demasiado angustiado, de haber ido sería una pérdida de tiempo porque su cabeza no paraba de darle vueltas a los posibles escenarios que se podrían presentar luego de que Leona hablará con sus hijos.

Ser padre tan joven nunca estuvo en sus planes, él soñaba con estudiar, independizarse y algún día tener el valor de enfrentar a Ramsés. Cuando Mar llegó a su vida, sintió que por primera vez sería capaz de luchar por lo que siempre quiso, pero no fue así, su padre como siempre tuvo el control, una vez más lo manipuló a su antojo, ya que siempre se sintió débil y sin carácter, cediendo ante su padre. Sin embargo, esta vez las consecuencias de su cobardía no fueron solo las pesadillas de animales muertos que no quería matar ni cazar y su padre lo obligaba, esta vez le costó la vida de la familia de la mujer que siempre ha amado, le costó vivir 16 años sintiendo que con la muerte de Mar y su hijo también se murió la posibilidad de ser un hombre pleno y feliz. Le costó el no poder mirar a los ojos a su hija mayor, cargando con la responsabilidad de que sus otros dos hijos sean infelices al haber nacido en un matrimonio sin amor.

El recuerdo de esas noches donde la depresión y la ansiedad tiraban de él y lo arrastraban a los rincones de su mente donde parecía que aquella noche en Puerto Palma era interminable, donde se repetía una y otra vez esa explosión, el fuego y el llanto de AnaJulia asustada en sus brazos. Ser padre tan joven nunca estuvo en sus planes, es verdad, pero dentro de todo, lo que lo motivaba, lo que de alguna forma lo mantenía vivo y no terminara con esta tortura que lo carcomía, eran sus hijos...de eso él, Gael Torrenegro, estaba más que seguro, que la fuerza para enfrentar todo estaba en el amor que sentía por sus hijos, Anaju, Kika, Oliver y Benja, y por supuesto, el invencible amor que sentía por su primer y único amor, Marena, Leona.

Traer todas esas sensaciones de vuelta lo tenía en una especie de trance que no sintió que Oliver había entrado en la habitación.

"Papá ¿qué te pasa?" -Oliver le preguntó.

"Nada hijo, nada..." -él trató de disimular y sonrió- "Dime hijo".

"No has ido a trabajar" -Oliver dijo y él asintió- "¿Entonces podemos jugar?".

Esto produjo que Gael riera, la inocencia de Oliver siempre hacía mejores sus días, se limitó a asentir y seguir a Oliver hasta su cuarto, camino a su cuarto fue que se toparon con Kika, quien lucía algo incómoda.

"Hermana, ¡ven a jugar con nosotros!" -Oliver la incitaba y Kika miró a su papá antes de aceptar la propuesta de Oliver.

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Estaban jugando videojuegos como antes, Oliver ganaba cada partida, Kika reclamaba no entender cómo usar el control y aunque Gael trataba de ayudarla ella no podía entender. Definitivamente esto era lo que necesitaba, pasar una tarde así, rodeado de sus dos pequeños, Kika en un principio se veía triste, lo negaba siempre que él le preguntaba, pero en sus ojos veía cierta inquietud, algo no estaba bien con ella, lo presentía, pero tampoco quería pasar los límites de su privacidad, por lo que intentó que involucrarla más en el juego y así darle un poco de alegría.

"No, esto ya es una humillación" -Kika puso el control sobre la mesa rindiéndose- "Que oso, yo ya no quiero seguir perdiendo".

"Kika es solo cuestión de que entiendas mejor el juego, ¿verdad Oliver?" -le comentó a su hijo.

"Aunque entiendan que no me podrán ganar, les llevo mucha ventaja"-Oliver respondió sin despejarse de la pantalla.

"¿Ves papá?" -Kika le dijo- "Yo prefiero jugar otra cosa" -cruzó los brazos.

"A ver..." -Gael dejó el control un rato y miró a Kika- "¿Qué quisieras jugar entonces?

"¿De verdad me estás preguntando? ¿A mí?" -Kika respondió algo asombrada.

Volviendo a empezar - El Amor InvencibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora