Capítulo 37: La Confesión Pública: Soy Marena Ramos

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PoV Leona/Marena:

Gael la había besado, y ella sintió que el beso, aunque parecía destinado a ser breve, se convirtió en una conexión más profunda. Se aferró con la misma intensidad con la que él la sostenía. A pesar del cansancio compartido, Marena experimentaba un fuego interno creciente. No podía evitarlo; tantas noches separados, y ahora, sin pasado que los persiga ni amenazas de enemigos, habían superado cada obstáculo. Solo quedaba el presente y un futuro juntos.

Aunque aquel beso no tenía nada extraordinario en apariencia, era único entre los millones que habían compartido a lo largo del tiempo. No era menos especial; de hecho, era extraordinario en su cotidianidad. Si algo había aprendido Marena, era que nunca tendría suficiente de Gael. Jamás se cansaría de besarlo, de abrazarlo, de reír y llorar junto a él, de desnudar su alma sabiendo que él recogería los pedazos y la ayudaría a reconstruirse, renovada y mejor. En paz.

Se sumergieron en ese beso como si el mundo se hubiera desvanecido a su alrededor. Solo existían ellos, a la deriva en el momento. Eran dos amantes resguardados de la realidad, seguros bajo la dicha que emanaba de su amor. Era un instante mágico, donde el tiempo se detenía para permitirles saborear la eternidad de su conexión.

Cuando se separaron, él la miró sonriendo y eso hizo que una chispa traviesa cruzara por sus ojos al observarlo.

"La noche aún no acabó para mí, ¿para ti si?" -le dijo mostrando su sonrisa pícara, mientras una idea juguetona se formaba en su mente.

"¿Estás tratando de seducirme Marena Ramos?"

"Mhm..." -le respondió y se bajó el tirante de su camisón mientras se acercaba a él- "Depende..." -se acercó a su cuello- "¿Está funcionando?"-sonrió para sí misma cuando vio el escalofrío que recorrió el cuerpo de Gael cuando su aliento le acarició el cuello.

Necesitaba comprobar con sus propios ojos que Gael era real, que de verdad estaba allí junto a ella. Que no era un sueño cruel a la espera de desvelar la terrible realidad de que estaba sola en el mundo. Se distrajo acariciando sus mejillas y reparando en el tierno rubor que había aparecido en ellas. Descendió hasta su mandíbula, para que luego sus dedos pasaran con delicadeza sobre la garganta de él.

Finalmente, su atención regresó a sus labios, su pulgar rozó su delicada carne, de un lado a otro, deleitándose cuando estos se abrieron en respuesta, exhalando un suspiro.

"¿Te he dicho hoy que te amo?"- preguntó él, sin separarse de ella.

Ella giró la cabeza hacia un lado, lo suficiente para fingir que miraba el reloj que estaba a un costado sobre la mesa de noche.

"En lo que llevamos de hora, aún no".

"Entonces habrá que remediarlo"-murmuró él, besándola de nuevo- "Te amo Mar, te amo demasiado" -volvió a besarla.

Tenía los labios de su amado besándola, comunicándole cuanto la amaba y deseaba, podría ser fácil dejarse llevar pero decidió que era momento de tomar iniciativa, esta vez ella quería mostrarle cuánto lo amaba, con dificultad se apartó, sus manos se aferraban pero ella las apartó sonriendo, hasta que logró separarse y ponerse de pie.

Tenía los labios de su amado besándola, comunicándole cuanto la amaba y deseaba, podría ser fácil dejarse llevar pero decidió que era momento de tomar iniciativa, esta vez ella quería mostrarle cuánto lo amaba, con dificultad se apartó, sus manos ...

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