Capítulo 32 - Duelo de Destinos

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PoV Leona/Marena:

Leona se encontraba en su habitación, terminando de vestirse mientras recordaba los sucesos de todo este tiempo que la llevaron a tener esa terrible pesadilla.

El primer mes después de la desaparición de Gael fue un período abrumador para ella. El eco de las palabras amenazantes de Ramsés seguía retumbando en su mente, y la incertidumbre sobre el paradero de Gael la mantenía despierta por las noches. A pesar de tener una pequeña victoria con la exitosa cirugía de Benja, recuperando su visión, el dolor y la angustia de no saber qué le había sucedido a su amor la atormentaban.

Leona se refugiaba en su trabajo como Directora General de la cervecería, tratando de mantenerse ocupada y distraerse de los pensamientos oscuros que la acechaban constantemente

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Leona se refugiaba en su trabajo como Directora General de la cervecería, tratando de mantenerse ocupada y distraerse de los pensamientos oscuros que la acechaban constantemente. Los negocios que alguna vez compartió con Gael eran ahora una fuente de tristeza, recordándole su ausencia. A pesar de los esfuerzos de David Alejo por estar allí para ella, su presencia solo servía para resaltar el vacío que había dejado en su vida su verdadero y único amor.

 A pesar de los esfuerzos de David Alejo por estar allí para ella, su presencia solo servía para resaltar el vacío que había dejado en su vida su verdadero y único amor

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Sus hijos, trataban de animarla como podían, mostrándose fuertes y decididos en sus objetivos, como ella les había pedido. Kika y Oli le dijeron mamá por primera vez en un momento que le trajo alegría momentánea, Oliver fue el primero y de ahí se volvió algo normal, al igual que a Kika le había salido tan natural que no quiso hacerlo más grande. Por otro lado, Anaju, se había convertido en voluntaria en una fundación para víctimas de trata de mujeres, y Kika a veces la acompañaba en su noble labor. Oliver, el pequeño de la familia, intentaba hacer reír a su madre con travesuras y chistes, aunque su inocencia solo hacía que Leona sintiera más el peso de su dolor.

Cada noche, antes de acostarse en la cama vacía que alguna vez compartieron, se sumergía en las cartas que él le había escrito. Cada palabra puesta con amor y promesas de reencuentro le proporcionaba cierta consolación en sus momentos de soledad. La bola de cristal también se convirtió en su compañera nocturna, un recordatorio tangible de su amor.

Sin embargo, a medida que pasaban los días y las semanas sin noticias suyas, la desesperanza comenzó a cernirse sobre Leona. La certeza de que Ramsés había ganado la batalla y que Gael nunca regresaría la sumió en una oscuridad cada vez más profunda. A pesar de los intentos de aquellos que la rodeaban de mantenerla en pie, Leona estaba perdiendo la lucha contra la angustia y la incertidumbre que la atormentaban.

Volviendo a empezar - El Amor InvencibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora