Capítulo 8 - Operativo Desgarrador

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Gael PoV:

Saber que Kika fue violada le causó un shock inicial, lo tenía algo incrédulo al pensar en cómo alguien era capaz de maltratar a su pequeña de esa manera, cómo era posible que Romeo, al que se le ha abierto las puertas de esta casa como a un hijo más, fuera capaz de semejante bajeza. Ver a su hija recreando esos momentos mientras le contaba solo alimentaban más las ganas de Gael de salir hacia la casa de Romeo y destruir todo a su paso. La forma en que Kika le contaba sobre sus dudas de que quizás ella había provocado que la abusen fue desgarrador, Gael intentaba convencerla de que abuso es eso, no está ni nunca será justificado.

Le dolía pensar en cómo ese infeliz se aprovechó de su hija, enamorándose y tomando ventaja de que estaba empezando a vivir el enamoramiento y su sexualidad. Le costaba tanto trabajo calmarse y no dejar que la furia que crecía en su interior hiciera que arrasará con todo. Se concentró en consolar a su hija, abrazarla fuerte y calmarla. Podía ver el terror en sus ojos, su chiquita, su pequeña, si él pudiera le creaba un mundo nuevo, uno donde pudiera sentirse segura de nuevo.

Encima su madre había minimizado el altercado, así le había contado Kika. Ahora entendía por qué su hija estaba rara, retraída...si confió en su madre y le contó del abuso y Columba solo la hizo sentir culpable, como si el NO de una mujer fuera inválido...trató de pensar en que momento él le había hecho algo semejante a Columba y no encontró ninguno, siempre fue respetuoso, aún sabiendo que no la amaba...pero luego se acordaba que era amante de Ramsés y la clase de mujer que era Columba y se lamentaba de haber dejado que una mujer así fuera a madre de sus hijos...un ser así no merece ser madre pensó.

Salió de la habitación dejando a Kika más calmada y dormida, pero él estaba lleno de rabia contenida, tristeza y dolor...Pensó en Columba y lo que le hizo a Oliver, luego a su hija ¿En qué momento permitió que Columba hiciera tanto daño a sus hijos? Se preguntaba mientras se apoyaba sobre la puerta cerrada. Pudo sentir como su fortaleza se rompió, le dolía ver cómo alguien que amaba más allá de sí mismo podía sufrir tanto y se prometía que no iba a permitir que nadie los vuelva a lastimar, extendiendo su promesa hasta sus mellizos.

Estaba llorando, sus manos hechas un puño mientras su espalda estaba contra la puerta del cuarto de su hija, se estaba dejando quebrar hasta que una voz familiar lo devolvió al mundo y lo obligó a contenerse.

"Gael"- la voz de Anaju sonaba preocupada- "¿qué pasa?".

Puede ser que se sentía vulnerable pero podía ver dulzura en el tono de Anaju, ese que siempre le había hablado antes de todo lo que ambos han pasado.

"nada hi–Anaju" -le dice secando las lágrimas que brotaban de sus ojos y tratando de que su expresión se viera calmada.

"¿Pasó algo con Leona?" -preguntó acercándose un poco- "Porqué sé donde está...o mejor dicho con quién" -dice y su voz pasó a ser una de preocupación

"¡No, no!" -rápidamente responde-"Leona estará bien, aun no llega, pero ella estará bien...pronto tendremos noticias"

"Entonces, ¿qué pasa?, no entiendo" -vuelve a preguntar.

"Pasa que..." -hace una pausa y luego decide hablarle honestamente, como siempre le ha pedido que lo haga- "me duele que todo el amor que siento por ustedes, mis hijos, no es suficiente..." -dijo y miró a otro lado lamentándose- "pasa que ni amándolos como los amo he podido evitar hacerlos sufrir, yo quisiera poder crear un mundo...uno mágico incluso, uno donde pueda llevarlos y que se quedarán ahí, los cuatro...uno donde nada pueda dañarlos" -le dijo y volteó a mirarla- "Quiero que sepas que cuando se trata de ustedes, su dolor me duele también...".

"

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Volviendo a empezar - El Amor InvencibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora