Senku x Kohaku

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─¿Estás hablando enserio?

─Es imposible

─¿El nerd rarito hizo eso?

Se escuchaban las voces de los estudiantes en los pasillos de la escuela, las noticias sí que volaban, y en esta ocasión, no fue la excepción.

─Silencio, ahí viene ─dijo un chico al notar que el protagonista de la noticia más reciente, estaba subiendo las escaleras.

Algunos cambiaron de tema de conversación, otros solo se quedaron en silencio, y unos pocos se metieron a sus salones.

El joven del que todos hablaban, llegó segundo piso con su actitud algo despreocupada y con un dedo en su oído. Pero al notar que algunos lo miraban de reojo y luego se volteaban, fue cuando se dio cuenta de que ya todos sabían lo que había pasado el fin de semana pasado.

Frunció ligeramente el ceño, le molestaba llamar la atención de esta manera, pero no le quedaba de otra más que soportarlo. Con paso firme y sin mirar a nadie se dirigió al laboratorio de la escuela donde en ese momento no había nadie, él siempre era el primero en llegar del club de ciencias.

Decidió avanzar con su nuevo proyecto que había empezado la semana pasada, uno muy importante ya que con eso estaba ayudando a su padre, Senku Ishigami, un importante científico que trabajaba en el JAXA.

Su padre fue puesto a cargo de la construcción de una nave remolque para ser enviada al espacio, su función sería recogerla basura espacial que amenaza con chocar contra los satélites, incluso la estación espacial internacional tenía que ajustar su posición para evitar choques contra la basura, se trataba de 7000 toneladas de basura espacial.

Al ver la importancia del proyecto, él también quiso ayudar y su padre no se opuso. Su parte era encontrar el material correcto para la construcción de la red que recogería la basura, podría ser algo complicado, después de todo se trataba de un material que fuese lo suficientemente trabajable como para formar redes, y lo suficientemente resistente como para soportar grandes cantidades de peso sin romperse cuando vuelva a la tierra.

Sí, sería complicado, pero a la vez, muy emocionante. Sonrió ampliamente y sacó todos los implementos necesarios para continuar donde lo había dejado el día anterior.

Los minutos pasaban y con ello, los demás integrantes del club fueron llegando. Y tal parece que ellos también se enteraron de la noticia del momento.

─Oye ¿es cierto que peleaste contra uno de los miembros del club de artes marciales y lo venciste? ─preguntó atónito uno de sus compañeros, y el resto estaba igual. El chico que se la pasaba horas en el laboratorio, de repente adquirió la habilidad necesaria para ganar un combate.

─Sí, es cierto, y ya no hagan más preguntas. ─Volvió a lo suyo.

La verdad a veces odiaba el lado ilógico e impulsivo que heredó de su madre, pero era ganarle en ese combate para que lo deje en paz de una vez por todas, o seguir soportando sus molestias sin hacer nada.

A pesar de que dijo que no quería más preguntas, pareciera que lo metieron en un interrogatorio, hasta llegaron algunos integrantes del club de artes marciales proponiéndole dejar el club de ciencias para unirse a ellos, lo cual rechazó a pesar de que se vio tentado.

Hasta él se sorprendía del cariño que le agarró a las artes marciales, de pequeño solo leía libros y no mostraba interés en esas cosas, pero el ver a su madre Kohaku entrenando cada día y el asistir a algunas de sus competencias fue lo que lo influenció.

Su madre parecía la más animada cuando le dijo que quería aprender artes marciales de ella, aunque al principio le constó, logró llevar el ritmo de su madre y aprendía rápido. A veces sentía que se dedicaba más a las artes marciales que a la ciencia.

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