Hyoga x Homura

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─¿Te encuentras bien? ─preguntó Homura sentándose en el borde de la cama.

─¡Achuu!... ─soltó un estornudo.

Homura se acercó un poco más para tocarle la frente, y efectivamente, estaba caliente, sin duda se había enfermado. De hecho, debió darse cuenta antes cuando entró a su habitación y notó las pequeñas ojeras bajo sus ojos y su nariz algo enrojecida.

─¿Sucede algo? ─Escucharon la voz de Hyoga también entrando al cuarto.

─Hanaku está enferma, no creo que pueda ir a la escuela hoy. ─Luego de las palabras de Homura, Hyoga observó a su hija y se le acercó sin dejar el rostro serio que siempre traía encima.

─Si me pides que vaya, entonces lo haré sin importar cómo me encuentre. ─Le habló Hanaku a su padre, dándole a entender que estaba dispuesta a cumplir con lo que él le dijera.

─Mejor quédate y recupérate. ─El peliblanco posó su mano cobre la cabeza de su hija y la acarició un poco─. Serás más eficiente mañana cuando ya estés sana.

Hanaku sabía que esa era la manera de su padre de decir "No te sobre esfuerces". Eran muy contadas las ocasiones en las que le decía algo así (al igual que sus muestras de cariño hacia ella), normalmente era seco e inexpresivo, además, esa mascarilla negra no dejaba ver sus expresiones. Hanaku lo quería de todas maneras y enserio apreciaba los pequeños actos de afecto de su padre hacia ella y hacia su madre.

La pequeña decidió obedecer a su padre para dar su mejor esfuerzo en la escuela al día siguiente.

─Puedo quedarme contigo si quieres ─propuso Homura en caso su hija la necesitara.

─Estaré bien, puedes ir a tu trabajo ─habló con voz calmada, amaba a sus padres pero eso no significaba que dependiera de ellos todo el tiempo. Homura respetó su decisión pero aun así quería hacer algo antes de irse.

─Yo me iré adelantando. ─Hyoga le avisó a Homura y se despidió de Hanaku para luego salir de la habitación de su hija.

─No tardo. ─Homura también salió de la habitación y luego de unos minutos volvió con una taza de té de hierbas para hacer sentir mejor a su hija, también traía un pañuelo húmedo.

Homura ayudó a su hija a acomodarse mejor en la cama para que este en una posición más adecuada para beber su té medicinal. Ella esperó a que su hija lo termine de tomar para luego volver a recostarla y dejarle el pañuelo húmedo en la frente, así le disminuiría la temperatura.

─Usa tu celular, llámanos si necesitas algo. ─Hanaku asintió y Homura se despidió de ella con un beso en su mejilla.

Estaba dirigiéndose a la puerta para salir de casa, y cuando la abrió, casi no se sorprendió de ver a su amado Hyoga esperando por ella. Con el tiempo que pasaron juntos desde la escuela, que fue cuando lo conoció, ella aprendió a leerlo y entender todo de él, no había necesidad de palabras entre ellos para saber lo que querían, necesitaban o sentían.

─Ella estará bien, ya la conoces ─le dijo Homura.

─Lo sé, mejor ya vámonos, se está haciendo tarde. ─Homura sonrió y juntos fueron de camino al dojo donde ambos eran dueños.

Han pasado algunos años desde que fundaron su propio dojo, en donde enseñaban diferentes disciplinas en el combate. Con el tiempo se hizo conocido por el nivel de exigencia que impartían, eso no les generó ningún problema y la mayoría de estudiantes eran jóvenes que querían un aprendizaje más avanzado en el deporte de combate que querían.

Cuando Hanaku era una niña pequeña, hubo varias veces donde se la tuvieron que llevar al dojo y tomarse turnos para cuidar de ella, de hecho, algunos de sus compañeros de trabajo quedaron con la boca abierta al verlos, definitivamente nadie se esperaba que esos dos, siendo unas personas tan serias e inexpresivas, tuvieran descendencia.

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