Xeno x Chelsea

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─¿Ya me dirás qué sucede? ─Desde hace varios minutos que Xeno observaba como la pequeña tardaba demasiado en terminar de copiar en su cuaderno las palabras que puso en el pizarrón.

Desde hace un año que la niña mostraba signos de un aprendizaje mayor al promedio, y siempre fue muy aplicada en sus estudios, Xeno quería comprobar que tan lejos podía llegar así que tomó la decisión de también darle clases él mismo. Al principio pensó que estaba avanzando muy rápido con ella, pero la pequeña siempre demostraba ir al mismo ritmo que él, hasta parecía agradarle y quedaba fascinada con cada cosa nueva que le enseñaba, realmente elegante, y nada mal para una niña de ahora 12 años.

Fue por eso mismo que le sorprendió que desde hace unos días, parecía perderle el hilo.

─Yo... ehh... se ve borroso ─dijo avergonzada y con la cabeza agachada.

"Entonces era eso" pensó Xeno y también preguntó una cosa más.

─¿Por qué no lo dijiste antes?

─No quería causar problemas ─respondió en voz baja.

El peliblanco siempre fue conocido entre sus compañeros de trabajo por ser un hombre muy serio, dedicado a su trabajo con la ciencia como si no existiera nada más. Pero en este momento dejaba de lado esa fachada para hablar tranquilamente con esa niña que ahora era su hija.

─Han pasado 4 años desde que llegaste a nosotros, y en ningún momento nos has causado un problema, y nunca lo harás. ─Le acarició la mejilla y sonrió de la manera más suave que pudo, no estaba acostumbrado a realizar ese tipo de gestos o muestras de afecto, aunque debía admitir que su esposa Chelsea era la culpable de que sus sonrisas se hayan vuelto un poco más constantes.

La niña se lanzó a abrazarlo con fuerza y Xeno en respuesta le acarició la espalda.

─Gracias... por todo... papá. ─Esas palabras causaron una extraña sensación en el pecho del adulto "papá" nunca se imaginó que un día alguien lo llamaría así, ella ya lo había llamado de esa forma solo un par de veces en los 4 años que llevan viviendo bajo el mismo techo, pero esta vez era más especial, ella le daba las gracias por todas las cosas que estaba haciendo por ella, la confianza había crecido entre ellos, ella la consideraba un padre.

─Déjame terminar con un par de cosas para luego ir a... ─Fue interrumpido por una voz femenina bastante animada.

─¡Ya llegué! ¡Sabía que estarían en el laboratorio! ─Chelsea entró de golpe sin tocar la puerta y con esa actitud tan animada que la caracterizaba─. ¿Hicieron algo interesante mientras no estaba? ─Se acercó para saludarlos a ambos.

─Hola Chelsea, Rachel necesita lentes y...

─¡¿Enserio?! ─Miró a la niña con emoción─. Conozco una buena tienda, tienen de varios diseños y colores.

─Lo más importante es que hallen sus medidas correctas ─dijo Xeno.

─Sí también eso. ─Se rascó la nuca avergonzada─. Bueno, vamos ahora mismo. ─Tomó la mano de Rachel, quién pareció haberse contagiado de las buenas vibras de la castaña, y fueron a la cochera.

A Xeno no le quedó de otra más que quitarse su bata de laboratorio e ir tras ellas, encendió el auto y salieron de casa. Él seguía las indicaciones de Chelsea para ir por el camino más corto hasta la tienda que decía, mientras tanto, ella y Rachel estaban en los asientos traseros haciendo juegos de manos, ambas bastante alegres.

Al verlas por el retrovisor, recuerdos llegaron a la mente de Xeno. En un principio él y Chelsea eran solo amigos de la universidad, en ocasiones la consideraba algo molesta por su actitud animada e infantil y también el hecho que no respetaba su espacio personal, era tan distinta a él, pero con el tiempo aprendió a entenderla, se volvían cada vez más cercanos, quien diría que ahora una chica tan alegre terminaría siendo su esposa, pero a pesar de eso, hubo un tiempo en su matrimonio, donde la luz de alegría en ella se apagó por un largo tiempo.

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