01- Pandi

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Volvió a suceder, Adeline se encontraba nuevamente en aquellos pastos verdes rodeados de Girasoles resplandecientes. Cada paso que daba la peli negra dejaba un caminito por dónde se dirigía, aquella con su camisón blanco, cabello suelto y un sol que hacía brillar aquel lugar plano.


- Que tranquilidad abunda aquí. - Declaró tocando levemente los girasoles mientras caminaba.

Cayó de rodillas al suelo, tomo uno de los girasoles que había a su alrededor y lo olfateo con delicadeza. Dejo caerse al suelo por completo dejando la vista al cielo y observando nubes esponjosas con el dulce brillo del sol.
Posó el girasol en su pecho, cerrando los ojos por completo sintiendo el calorcito del sol en su cuerpo <<esté es mi lugar>> pensó derramando una lágrima. No había por qué más luchar contra esa hostilidad en el mundo, las personas y la convivencia de estás era una batalla al cual con cuerpo y alma, Adeline había  perdido en el proceso.

- Aquella nube se parece a un conejo. - Señaló el niño con el dedo.

- No creí que te volvería a ver. - titubeó al encontrarse con la mirada del niño.

Ambos se encontraban en el suelo, recostados cruzando sus miradas tensas en el encuentro.

- Lamento haberte gritado, no me sentía bien. - Mencionó la pelinegra al sentarse y taparse el rostro.

Cada día que pasaban eran mortíferos para una adolescente, la pesadez y la inquietud no la ha abandonado nunca, la responsabilidad de sus actos y el pensar de la otra gente hizo que está se perdiera en el camino.

- No te preocupes, entiendo. - Respondió sentándose al lado y apoyando su pequeña cabeza en el hombro de Adeline. - Sabes que no puedes quedarte aquí.

- Quiero estar aquí. - aclaró al limpiar sus lágrimas con la manga del camisón.

Era entendible para algunos y hipócrita para otros, nadie entendía por lo que pasaba las palabras demás que daba a gente sin corazón hacía sentirla en un pozo de soledad. La "oveja negra" sería el papel que cumpliría toda su vida al no ser igual que los demás, demás hipócritas y egoístas que hay en el mundo.

- Vuelve a casa, Adeline.

La alarma había sonado, aquella oscura habitación se encontraba iluminada por las cortinas y la persiana mal cerrada. Adeline se sentó en la cama, sostuvo con sus manos su cabeza y observó entre las sábanas el frasco con pastillas esparcidas por la cama.

<<Está mierda no funcionó>> se dijo a si misma, arrojando el frasco de pastillas al suelo, su intento de suicidio no había dado resultado. Los efectos secundarios de las pastillas harían su efecto luego de un par de horas, bueno más bien ahora las náuseas ya había comenzado y Adeline se dirigió al baño justamente al inodoro para expulsar lo consumido en la madrugada.

Una vez terminado tomó un largo baño de agua caliente, dejando caer el agua de la regadera en su rostro. Una vez terminado de el proceso con la toalla en su cuerpo observó en el reflejo del espejo del baño su rostro.
El cansancio, estrés y las ojeras de un mapa le junto con la palidez del rostro expresaba una noche de fracasos en el acto.

<<No hay que un poco de maquillaje no ayude>> pensó al salir del baño y cambiarse en su habitación distintiva y colocarse el uniforme escolar. Sería un día bastante largo,  el instituto era un desastre luego del "incidente " con el Presidente Michael del Centro de Estudiantes, sería todo un alborotó al momento de poner un pie allí.

El hiló que nos unió Donde viven las historias. Descúbrelo ahora