Oreja artificial

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Con dulces susurros te logre cautivar
Y con tu risa me lograste enamorar
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Cuando Amity conoció a Luz, ella ya tenía cosida la oreja artificial. Aunque la profesora les había advertido previamente de la particularidad de aquella niña nueva, toda la clase la observó con una mezcla de curiosidad malsana, repugnancia e interés. Esperaban un Frankenstein de nueve años, pero, en vez arrastrarse lenta y tristemente, Luz derrochaba vitalidad, saltaba de mesa en mesa y se dejaba acariciar la oreja. Circulaban multitud de rumores sobre cómo perdió su oreja original: unos decían que la mordió un tigre en el zoo, otros que sufrió un accidente de coche; algunos aventuraban que se la cortó su madre como un castigo, mientras que Gus estaba convencido de que nació así. Boscha fue la primera en preguntarle directamente por la causa, y ella respondió que fue una daga voladora que erró en el circo; pero, a la semana siguiente Willow volvió a preguntarle y ella respondió que la arrancó un tiburón haciendo submarinismo, nadie más interrogó a Luz.

Enseguida hubo un debate sobre si escucharía o no por aquella oreja. Aunque la versión oficial afirmaba que no, la propio Luz propagó que en algunos casos distinguía el sonido a determinados niveles. Cuando sus compañeros la sometían a experimentos, a veces la creían y a veces no. Supuestamente se tapaba la oreja buena, y debía adivinar frases, golpes, susurros y palabrotas. Otras veces, eran los profesores quienes la ponían a prueba, y nuevamente quedaba en suspense si podía escuchar o no. Quizá por interés se hacía la sorda cuando quería, quizá porque le beneficiaba escuchaba de verdad, quizá ni ella misma supiese lo que pasaba en su organismo.

De lejos, parecía una oreja común. Es verdad que no se enrojecía cuando Luz se ponía colorada, y cuando el viento soplaba fuerte tendía a balancearse más. Amity no fue capaz de tocarla por su propia iniciativa; a pesar de su deseo, realmente le repelía el tacto y se le erizaba la piel de solo pensarlo. Tuvo que ser Luz quien deslizase el índice de ella por la oreja, descubriéndole un roce semejante al plástico, blando, pero sin calor.

Al cabo de los meses, Luz dejó de ser la novedad. Llegaron nuevos niños al colegio, otros se marcharon, y entre sobresalientes, suspensos, recreos, lecturas y experimentos en el laboratorio alcanzaron el último curso bachillerato. Una tarde de sábado, Amity, Luz, Gus y Willow veían una película en el cine cuando la primera se inclinó hacia ella y le susurró a la oreja artificial «te quiero». Durante unos segundos que transcurrieron eternos para Amity, Luz no se inmutó, y poco después rio un comentario de Gus mientras señalaba compulsivamente la pantalla.

Willow , que estaba sentada al lado de Gus, se ha preguntado más de una vez por qué Luz se rio cuando Gus indicó: «fijaos qué travelling», y por qué desde aquella tarde ha tratado de evitar a Amity.

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El amor adolescente,
tan apasionado y tan doloroso

Pérdida |toh| |siblingau|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora