004. punishment

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「 castigo 」

VENUS.

Aquella noche, la cena en el Gran Comedor no fue una experiencia agradable para Venus. La noticia de su enfrentamiento a gritos con la profesora Umbridge se había extendido a una velocidad increíble, incluso para lo que solía suceder en Hogwarts. Mientras comía, sentado entre Harry y Hermione, Venus oía cuchicheos a su alrededor. Lo más curioso era que a ninguno de los que susurraban parecía importarle que Venus se enterara de lo que estaban diciendo de ella y Harry. Más bien al contrario: era como si estuvieran deseando que se enfadaran y se pusiera a gritar otra vez, para poder escuchar su historia directamente.

—Dicen que vieron cómo asesinaban a Cedric Diggory...

—Asegura que se batió en duelo con Quien-tú-sabes...

—Anda ya...

—¿Nos toman por idiotas?

—Yo les no me creo nada...

—¡Si alguien tiene algo que decirme! ¡Qué me lo diga a la cara! —gritó Venus mientras se ponía de pie. Todos los ojos estaban sobre ella —. ¡Malditos cobardes!

—Lo que no entiendo —comentó Harry con voz trémula, dejando el cuchillo y el tenedor, pues le temblaban demasiado las manos para sujetarlos con firmeza— es por qué todos creyeron la historia hace dos meses, cuando se la contó Dumbledore...

—Verás, Harry, no estoy tan segura de que la creyeran —replicó Hermione con desánimo—. ¡Vamos, larguémonos de aquí!

Venus y Hermione dejaron también sus cubiertos sobre la mesa; Ron, apenado, echó un último vistazo a la tarta de manzana que no se había terminado y los siguió. Los demás alumnos no les quitaron el ojo de encima hasta que salieron del comedor.

La lluvia golpeaba los cristales de las ventanas mientras ellos avanzaban por los desiertos pasillos hacia la torre de Gryffindor. Venus tenía la impresión de que su primer día había durado una semana, pero todavía debía hacer una montaña de deberes antes de acostarse. Empezaba a notar un dolor débil y pulsante sobre el ojo derecho. Cuando entraron en el pasillo de la Señora Gorda, miró por una de las mojadas ventanas y contempló los oscuros jardines. Seguía sin haber luz en la cabaña de Hagrid.

—¡Mimbulus mimbletonia! —dijo Hermione antes de que la Señora Gorda tuviera ocasión de pedirles la contraseña. El retrato se abrió, dejó ver la abertura que había detrás, y los cuatro se metieron por ella.

La sala común estaba casi vacía; la mayoría seguía abajo, cenando. Crookshanks, que descansaba enroscado en una butaca, se levantó y fue a recibirlos ronroneando, y cuando Venus, Harry, Ron y Hermione se sentaron en sus cuatro butacas favoritas junto al fuego, saltó con agilidad al regazo de su dueña y se acurrucó allí como si fuera un peludo cojín de color rojo anaranjado. Venus, agotada, se quedó contemplando las llamas.

—¿Cómo es posible que Dumbledore haya permitido que pase esto? —gritó de pronto Hermione, sobresaltando a sus amigos; Crookshanks pegó un brinco y bajó al suelo con aire ofendido. Hermione golpeó, furiosa, los reposabrazos de su butaca, y por los agujeros salieron trozos de relleno—. ¿Cómo puede permitir que esa mujer infame nos dé clase? ¡Y en el año de los TIMOS, por si fuera poco!

—Bueno, la verdad es que nunca hemos tenido muy buenos profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no? —observó Harry—. Ya sabes lo que pasa, nos lo contó Hagrid: nadie quiere ese empleo porque dicen que está gafado.

—¡Ya, pero contratar a alguien que se niega explícitamente a dejarnos hacer magia!... ¿A qué juega Dumbledore?

—Y pretende que hagamos de espías para ella —terció Ron, deprimido—. ¿Os acordáis de que ha dicho que fuéramos a verla si oíamos a alguien decir que Quien-vosotros-sabéis ha regresado?

black sunshine ❪hp × pjo❫ ❪new version❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora