5 | who is Venus?

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Tom




Las luces se apagaron en un segundo. Lo único que iluminaba el club era el pasillo a modo de escenario, que traía unos focos en los laterales blancos. La música también cesó, pero solo durante un minuto en el cual el telón negro se abrió de par en par.

La silueta de una mujer rápidamente apareció de fondo, al igual que la pantalla luminosa de arriba se prendió, reflejando las palabra "Venus" con una cursiva elegante y envuelta en llamas.

Los aplausos no tardaron en aparecer nada más abrirse el telón, siendo más estruendosos que la propia música. La mujer poco a poco fue caminando hasta detenerse al inicio del escenario/pasillo. Ahí fue más visible algunos de sus rasgos físicos, pero no faciales, porque la parte superior de su cara era cubierta por una enorme máscara con una corona formada por hojas.

Su piel se veía clara, sin rastros de tinta o cualquier tipo de detalle que destacase.

Siempre dije que, lo que hace sexy a una mujer no era su físico, sino su actitud. Una chica segura de sí misma, cómoda en su propia piel y carismática atraía mucho más que alguien con el cascarón perfecto, pero vacío en su interior.

Y eso pasaba con la dichosa Venus.

Porque el mini vestido rojo que traía, que apenas cubría su trasero, no mostraba nada que no hayamos visto antes en las demás bailarinas, pero cuando comenzó a desfilar como el mismo diablo en su propio infierno hacia adelante, con esa aura enigmática y seductora, comprendí que era más interesante que el resto.

La música ayudaba, pues nada más llegar al tubo frío de metal, sus caderas comenzaron a menearse en sintonía, sus giros y la destreza con la que se aferraba al fierro demostraban que tenía la experiencia necesaria y la capacidad de enloquecernos a todos los presentes.

No supe cuando ni como, me quedé perplejo con la boca semiabierta mirando como esa mujer sumida en tacones dominaba el tubo con esa sencillez exquisita.

—Me —Comienza Gustav.

—Cago —Sigue Georg.

—En —Continúa Bill.

—Dios —Finalizo yo, deduciendo que los otros tres monigotes también estaban dejando su saliva sobre el suelo repleto de billetes mirando a Venus.

—Perro afortunado —Dijo otro hombre, pero no sabía que se refería a mí hasta que reaccioné percatándome de que la mujer me observaba con cierto interés.

Mira que no era fácil intimidarme, pero así es como me sentí cuando comenzó a descender del escenario. Parecía que el volumen de la música había aumentado cuando ella llegó hasta mi con cierta rapidez, permitiéndome analizarla mejor.

Olía a coco, un aroma dulce y bastante agradable. Sus manos portaban unos guantes color rojo vino, al igual que su vestido extra corto sin mangas, que cubría la mitad inferior de sus pechos, dejando su escote al descubierto.

No iba a mentir, su cercanía me había alterado, al igual que pude palpar la envidia de los otros hombres cuando apoyó sus manos en mis rodillas y se colocó en cuclillas frente a mi.

Ay bendito diablo, ayúdame porque no puedo parar de fantasear con semejante imagen...

Sus ojos eran de un tono verde claro, un color que nunca había visto y que me impresionó bastante. Su cabello era de color rojo cereza, su sonrisa fue genuina y sensual, cuando comenzó a deslizar sus manos por la parte superior de mis muslos con lentitud, deteniéndose muy cerca de mi entrepierna.

Ilícito | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora