6 | jealousy

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Katherine

Acabé echando al idiota de Kaulitz por la puerta, porque no era buena opción estar en la misma habitación a oscuras.

No porque fuera tentador, que también, sino porque acabaríamos a los golpes o sacándonos cosas en cara que ya no tenía ningún sentido. Iba a seguir el consejo del extraño en el club porque me convenía a la hora de gestionar mi venganza personal también. Por mucho que me esforzara en perdonarlo y hacer que todo sea como antes, jamás iba a ocurrir. Yo lo deseaba y no iba a poder continuar seduciéndolo si al final quedábamos en el mismo callejón sin salida de la "amistad" o, peor aún, de la falsa hermandad que se montó en su puta cabeza.

Por eso mismo iba a tratarlo con amabilidad y con madurez, así conseguía que entrara en una falsa confianza conmigo, con la diferencia de que no me mirase como una niña después.

A todo esto, se quedó con su cajetilla de cigarros y se marchó de una buena vez, dejándome con la intriga tras sus últimas palabras. Porque no sabía de qué modo interpretarlas.

—Que estoy terminando de criar a su prima.

Yo me lo iba a tomar como una clara indirecta de que estaba consiguiendo enredarlo con mis insinuaciones para nada disimuladas.

Porque, a final de cuentas, Tom Kaulitz es hombre. Y no quiero ofender a ninguno que sea distinto, pero la gran mayoría termina cayendo en garras de una mujer que si sabe seducir.

La única vez que puede existir el rechazo es cuando hay amor de por medio hacia una tercera persona —una esposa o una novia—, y digamos que no es muy común.

Y mucho menos cuando se trataba de un falso matrimonio, como en mi caso, porque pondría mi conjunto favorito de lencería de Vicoria's Secret al fuego apostando a que a esos dos solo los podía unir la ambición por el dinero de sus familias.

En caso de Kira, eso era un plus, porque hacía tiempo que anhelaba poseer a ese hombre presa de una obsesión sin límites.

Todo eso venía pensando mientras padre aparcaba frente al instituto como cada mañana entre semana.

Mis ojeras eran notorias y apenas me había dado tiempo a arreglar mi cabello o el uniforme, aceptando mi futura muerte si madre me llegaba a ver asistir de esta forma al colegio.

Mis ojeras eran notorias y apenas me había dado tiempo a arreglar mi cabello o el uniforme, aceptando mi futura muerte si madre me llegaba a ver asistir de esta forma al colegio

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—Que tengas un lindo día —La frase de siempre de mi progenitor. Lo único que valoraba era que lo decía con sinceridad siempre, sonriéndome con amabilidad.

La verdad es que animaba mis días, pero lo dejaría en un secreto para mi misma.

—Gracias, padre —Me bajo rápidamente, porque para colmo llegaba tarde a clase.

Al entrar a mi primera clase, me siento junto a Leah la cual me dedica una sonrisa amplia. Ella sí que venía siempre preciosa a clase, arreglada y peinada.  Aveces la envidiaba de buena manera por su manera de ver las cosas. Siempre positiva, a pesar de todo los golpes que se llevó hasta ahora.

Ilícito | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora