13 | domar bestias

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Katharine.

Casi no podía respirar, pero valía la pena perder el conocimiento si el causante era el beso más húmedo, rudo e implacable que me habían dado jamás. Sus manos me despeinaron y la fuerza con la que se aferró a mi cintura y a diferentes partes de mi cuerpo, me estaban enloqueciendo.

—¿Qué me quieres decir con esto? —Conseguí murmurar en un gemido, cuando nos separamos por la falta de aire.

Mi pulso se aceleró, mi parte baja era una cascada y mis cinco sentidos solo me pedían que le arrancara la ropa y me lo follara con su prometida esperándolo al final de las escaleras.

Me separó más las piernas y me subió el vestido hasta tenerlo arremolinado en la cintura.

—Que no aguanto más la tensión —Dijo, pasando sus dedos índice y corazón por el borde de mis bragas de encaje con suavidad. Tentándome.

¡Bingo! Ya estaba en mi poder.

—Que fácil y predecible eres —Añadí, sabiendo que eso podía molestarlo, pero no me importó. Quería que estuviese seguro de lo que iba a hacer, porque luego no quería que anduviera con lloriqueos y arrepentimientos— Eres el mismo que estaba diciendo que jamás me iba a ver como algo más que su familia y mírate ahora, a punto de meterme los dedos entre las bragas.

Sonrió, mostrando su hilera de dientes perfectos y con ese brillo perverso que solo hizo que me mojara aún más.

—Estamos en tu habitación, aquí Dios tiene prohibido entrar por miedo a quemarse, así que no puede ver el pecado que estoy a punto de cometer —Ahora fui yo quien rió por su ingenio, mientras la yema de sus dedos calientes se abría aún más el paso entre la fina tela.

—Es tentador, pero no creo que a tu prometida le parezca bien que hagas esto antes de tu despedida de soltero —Lamí su mentón con lentitud hasta llegar a su boca, donde me detuve casi rozando sus labios.

—No metas a Kira, esto es entre tú y yo —Cerré las piernas entre su cintura por la presión que sentí en mi parte baja, pero él me las abrió al instante con rudeza— Además, no soy el único que estaría siéndole infiel a alguien... ¿Qué pasa con tu novio?

Dios, estaba deseando que el tiempo se detuviera en este instante.

Mi yo de hace cuatro años se enorgullece de conseguir tenerlo aquí, en mi habitación, negociando lo que sería la mejor venganza de mi vida.

—¿Él te hace sentir así? —Su mano ascendió por mi cuello hasta tomarme en puño el cabello e inclinar mi cabeza hacia atrás.

Chupó y lamió mi cuello con parsimonia, mientras su otra mano se ocupaba de mover mis bragas a un lado.

—Incluso mejor —Lo tiento, mirando hacia el techo por la fuerza con la que me agarraba el pelo— Yo que tú me esforzaba más.

Gemí rudo cuando sus dedos hicieron contacto en carne viva con mi húmedo centro, haciendo círculos superficiales que pronto harían voltear mis ojos hacia atrás.

—Nunca has sabido mentir —Añadió.

Volvió a ejercer presión en mi nuca, ahora para mirarlo a los ojos. Sus dedos estaban haciendo un trabajo increíble, tanto que mis fluidos lo lubricaron rápidamente y ahí fue cuando introdujo dos de ellos. Me aferré con una de las manos al borde del escritorio y gemí bajo cuando inició un ritmo exquisito.

Si no me hubiese masturbado en la ducha hoy, probablemente ya me hubiese venido, pero ese es un secreto que pensaba llevarme a la tumba.

—Vamos a calcular cuánto tardas en venirte solo con mis dedos —Dijo, haciendo ahora un zig-zag dentro de mí y provocando que contrajera mis paredes para meterlos más adentro.

Ilícito | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora