10 | memories

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Katherine.

Las heridas de Tom se veían dolorosas, pero no lo demostraba mucho. De hecho, seguro que más me dolía a mi tener que verlo así o imaginarme el "¿que hubiera pasado si yo no hubiera llegado anoche?"

El solo suponerlo, me ponía los pelos de punta y me agobiaba a la vez.

Por eso me mostraba enojada, porque yo quien le tenía menos estima precisamente me estaba preocupando por él y a Tom ni siquiera le importaba lo que le ocurrió. Ni se detenía a pensar que anoche lo podrían haber matado, que en el momento en el que eso pasase, se llevaba una parte gigante de sus seres queridos consigo. Y mía también, aunque me costara admitirlo y más en voz alta.

Maldito egoísta de mierda.

Y lo peor no era eso, sino mi atrevimiento de después. Siempre hacia lo mismo cuando mi ego se sentía amenazado: cagarla.

Por eso no medí mis acciones cuando tomé a ese hijo de puta de la nuca y lo besé.

Aún más grave fue el hecho de sentir la suavidad y el sabor dulce de sus labios meciéndose con los míos y haciendo algo con lo que yo solo había soñado hacia una eternidad, es decir, corresponderme. Y lo que más me impactó fue que lo hizo al mínimo segundo de contacto, como si de verdad estuviese necesitado de mí.

No habían restricciones ni incomodidad ni prejuicios. Ese tipo me acariciaba con su lengua y me comía la boca con un hambre voraz, la cual solo provocaba que mis ansias por sentirlo en otras partes aumentara.

Un gemido por su parte se atoró entre nosotros cuando mis manos le recorrieron la espalda, o más concretamente, mis uñas, sabiendo que allí no habían heridas, solo las que mis caricias le iban a provocar.

Tiró de mi cabello hacia atrás de forma brusca, pero excitante y sin lastimarme, para poder lamer mi cuello con parsimonia. Recorrió con su caliente lengua hasta mis clavículas, y luego lo hice regresar a mis labios antes de que dijese algo que cagara el momento.

Mi maldito primer beso...

Me separé cuando sentí los pulmones colapsar por la falta de aire, arrastrando su labio inferior de un mordisco y un jadeo cuando presentí lo abultado de sus pantalones justo debajo de mi feminidad.

—¿Se puede saber que hace en la habitación de Katherine? —Oí la voz furiosa de Kira incluso dentro de mi cuarto, seguramente hablando con Anastasia.

Me quedé quieta, analizando lo mucho que quería ver su cara al encontrarme justo encima de su prometido y con los labios hinchados como globos.

Más ganas aún de que notase lo duro que YO lo había puesto con solo un beso.

—No puede ser... —Esas fueron las últimas palabras de Tom, pues cerró sus ojos y dejó su estado de consciencia en segundo plano.

Ahí caí en cuenta que se había desmayado. Y también me quedé petrificada por lo que acababa de ocurrir, tan pronto la adrenalina y la calentura comenzaron a abandonar mi subconsciente.

No contaba con que Tom se acordara de lo que pasó y me lo confirmó cuando Kira salió de la habitación radiante. Obviamente alardeó con Anastasia —asegurándose de que yo estaba escuchando— acerca de lo mágico que fue su beso con Tom al salir de mis aposentos.

No iba a mentir, me sentó como una patada en los ovarios, pero a la vez me alivió porque significaba que no tendría que lidiar con el vagabundo de trenzas después.

Que equivocada estaba.

Ahora estaba acorralada en su auto, con su maldito olor masculino alterador de hormonas y mi criterio para controlarme en un lugar público también se estaba viendo afectado.

Ilícito | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora