11 | tira y afloja

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Katherine.

Había pasado una semana desde mi última discusión con Tom. Desde entonces, no lo había visto de nuevo ni en casa ni recogiendo a mi amorosa prima en el instituto. Hablando de Kira, estuvo todo este tiempo mirándome mal y evitando quedarse a solas conmigo. Tampoco es que tuviese la necesidad de generar una conversación con ella, pero me resultaba muy incómodo no poder dejarle claro que no quería que me siguiese observando de esa forma. No sabía quien se creía que era, pero lo estaba dejando estar por el bien común.

De momento yo iba a trabajar tranquila, después de confrontar a Anastasia por meterse donde no le llaman al pedirle a Tom que me vaya a buscar todas las putas madrugadas. No sabía a ciencia cierta si él estaba viniendo a vigilarme o no, pero por ahora no tuve el desagrado de comprobarlo.

Quedaba poco para poder dejar el club y ya había estado hablando con conocidos para poder estar solo de camarera por las noches los fines de semana. Me quedaría mucho más cerca de casa, podría hasta ir y volver caminando sin necesidad de recurrir a nadie para desplazarme. Aunque, por las noches, me hacía poca gracia.

—Oye —Sasha me intercepta cuando estaba dirigiéndome al vestuario a cambiarme para el show de esta noche— ¿No te da la sensación de que alguien nos sigue últimamente cuando te llevo a casa?

Casi me caigo de cara, porque no quise pensar en lo peor. De verdad que no.

—¿A qué te refieres? —Cuestioné, subiendo de un tirón la cremallera de mis altas botas negras con miedo a desestabilizarme por la ironía de aquella pregunta.

—No sé... ¿A ti no te da esa sensación? —Mi compañera se retoca, tomando con confianza mi labial y mi delineador del tocador, pues ahora también participaba en la última función de la noche.

—Espero que no estés paranoica, porque es contagioso —Satirizo, pero sin descartar del todo la posibilidad de que una fregona humana nos estuviese custodiando en nuestros trayectos nocturnos.

—Igual son ideas mías. De un tiempo para acá me siento desprotegida, y más sabiendo lo de Fred.

Giro mi cabeza hacia el espejo para mirarla directamente por ahí.

—¿Qué pasa con él?

—Pensé que lo sabías. Ha puesto más seguridad en el club y en su entorno, no lo dejan ni ir a cagar solo.

Es cierto que lo acompañan más de lo habitual, pero no sabía exactamente la razón por la cual andaba tan resguardado.

—¿Sabes por qué?

—Intento no meterme de más en los asuntos del jefe, y más por mi salud mental, pero seguro deduces que es por alguna de sus vueltas ilegales —Hizo un gesto de restar importancia, pero con lo desconfiada que soy, prefiero no pasarlo por alto.

Más tarde iría a preguntarle que sucedía porque, si bien sus temas cochinos de drogas no eran de mi incumbencia, si lo era mi propia seguridad. Y, si habían docenas de guardias custodiando el club, seguramente se asemeje a un campo de minas inestable en estos momentos. En resumen, un lugar que no me conviene para nada estar si me iban a meter en problemas o a involucrar con sus "asuntitos".

—Ese idiota y sus tonterías. Te apuesto lo que sea a que enojó a alguien importante, porque nunca lo vi tan preocupado —Añado, dándome la vuelta hacia la puerta para salir ambas.

—Ni yo, y eso que llevo más tiempo aquí.

Sasha me sigue, dejando el tema aparte, hacia la sala principal del club. Los escenarios aún no estaban despejados, por lo que esperamos unos diez minutos a que nuestras compañeras acabasen su turno.

Ilícito | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora