Samantha, agotada tanto física como emocionalmente por el intenso encuentro con D'mitry, cerró la puerta de su habitación con un suspiro. El suave resplandor de la lámpara de noche se filtraba por la estancia, pintando las paredes de tonos dorados y creando sombras danzantes que parecían reflejar su estado mental turbulento.
Se dejó caer con lentitud en la mullida cama, sintiendo cómo cada fibra del colchón abrazaba su cuerpo como si quisiera aliviar la tensión que la recorría. Su mente era un torbellino de pensamientos, y la imagen de D'mitry se aferraba a su memoria como una melodía pegajosa que se niega a desvanecerse.
Mientras yacía allí, la voz de Mega, resonaba en su cabeza. Se manifestaba en su interfaz neural, pero su tono travieso y juguetón era tan vívido que podía casi sentir su aliento en su oído.
—¿Así que te gustó, eh? —susurró Mega con una risa sugerente, como si supiera todos los secretos que Samantha intentaba ocultar incluso a sí misma.
—No empieces Mega, estoy agotada y quiero dormir —Mega con un orgullo elegante, bufó.
—Siempre tienes sueños en los mejores momentos —Samantha sonrió cerrando su vínculo para no escuchar más de Mega y sus picardías.
Samantha cerró los ojos con fuerza, tratando de bloquear esos pensamientos intrusivos. Pero las imágenes seguían fluyendo, como fragmentos de una película que se repetían en su mente. Recordó la manera en que D'mitry la miraba, con esos ojos oscuros que parecían escrutar su alma. Recordó la electricidad en el aire cuando sus manos se rozaron accidentalmente la primera vez, pero eso no la tenía que avergonzar después de lo que ya habían hecho, recordar eso se sintió como si estuviera enviando un escalofrío por su columna vertebral.
"Definitivamente no puedo dejar que esto continúe", murmuró Samantha para sí misma, sintiendo una mezcla de emoción y miedo que la dejaba inmovilizada. Era como si estuviera al borde de un abismo, con el deseo y la incertidumbre luchando dentro de ella.
Se dio la vuelta acostándose de lado mientras pensaba en todo lo que había hecho, sintiendo un poco de vergüenza pero al mismo tiempo sintiéndose avergonzada por lo que la había llevado a hacerlo.
Aunque ni ella sabía que la había impulsado a hacerlo pero ese cosquilleo que sintió en sus partes era lo que la impulsaba, y en su mente podia escuchar a su propia voz diciendo que estaba bien lo que había hecho.
Esto le había gustado más que su vida íntima con James, a pesar de haber sido corta.
Un par de golpes suaves en su puerta la sacaron de sus pensamientos tumultuosos. Samantha se incorporó rápidamente, su corazón latiendo con fuerza mientras miraba hacia la puerta.
—¿Samantha? ¿Estás ahí? —La voz de D'mitry, ligeramente tensa pero también preocupada, se filtró a través de la madera.
Samantha se mordió el labio inferior, indecisa sobre si abrir o no la puerta.
—Sí, estoy aquí —respondió, tratando de mantener la calma en su voz a pesar de la tormenta de emociones que la invadía.
La puerta se abrió lentamente, revelando a D'mitry parado en el umbral. Su expresión era una mezcla de ansiedad y anhelo.
—No puedo dejar de pensar en ti —admitió, su voz apenas por encima de un susurro —Necesitaba verte de nuevo —Hablaba casi con desespero.
Samantha lo miró, sus ojos encontrándose con los suyos. En ese momento, las palabras parecieron insuficientes, y las barreras que habia pensado que había construido a su alrededor comenzaron a desmoronarse.
—Yo también... no puedo sacarte de mi cabeza —confesó finalmente, su voz temblando con vulnerabilidad.
D'mitry dio un paso hacia adelante, cruzando el umbral de la habitación. Sus miradas se encontraron nuevamente, y esta vez ninguna palabra fue necesaria. Sus corazones latían al unísono, sus emociones tan palpables en el aire como si fueran una corriente eléctrica.
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Sangre de la manada
Werwolf¡Te rechazo, Samantha Owen, eres infértil! grito enfurecido mi alfa y esposo. Me botó de la manada al no darle cachorros, un mes después me enteré que estaba embarazada pero ahora los enemigos de mi esposo me persiguen ¡Él me da por muerta! ¡Es mi...