Capitulo 30

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Cuando salieron los primeros rayos del sol, se encontraron abrazados en la cama.

D'mitry con la cabeza en el pecho de Samantha, se levantó suavemente para no despertarla, le dio un beso en la frente y se fue a bañar para irse.

Odiaba la idea de visitar a su padre y más cuando sentía que su responsabilidad era estar aquí con Samantha, no podía disimular el enojo que le causaba tener que separarse de ella.

Se terminó de arreglar en el baño y salió ya listo para irse, cuando abrió la puerta Samantha estaba parada ajustándose el vestido.

—Buenos días —Dijo D'mitry con una sonrisa, estaba feliz de la visión que estaba teniendo.

—Buenos días, señor ¿Ya te vas? —Le respondió Samantha y este sacudió la cabeza para poder concentrarse.

—Si, tengo que partir de inmediato, me quedé dormido en su cómodo pecho.

Samantha le dedicó una sonrisa y se acercó a él.

Jaló de su camisa y lo hizo agacharse hasta quedar sus rostros muy cercas, tomo su rostro en manos y le dio un beso con todo el sentimiento.

D'mitry la abrazo pegando su cuerpo al de el, paso su mano hacia su nuca queriendo que nunca se separaran del beso, pero tenía que pasar.

—Cada vez haces que sea más difícil el tener que apartarme de tus labios... —Le susurró D'mitry como si fuera un secreto de su corazón.

—Eso me gusta, así me besaras por mucho tiempo, me encanta —Beso su mejilla y se adelantó al salir de la habitación.

Cuando Samantha bajo por las escaleras y salió de la mansión, estaban llegando tres carros que se veían extremadamente costosos y de lujo hacia no más poder.

No sabía de marcas ni mucho menos, pero sabía que por lo que se veía que ni con la mitad del presupuesto de la manada Sirius se pudieran comprar uno de esos vehículos.

D'mitry pasó a su lado y se bajó un chófer a abrirle la puerta, este le hizo una reverencia lo cual confundió muchísimo a Samantha.

—No tardaré mucho, ¿Si? Cuidate por favor —Le interrumpió D'mitry los pensamientos y dudas.

—Si, cuidate tú también, por favor. Vuelve a mi —Mega estaba sorprendida por que no sabía que Samantha podría llegar a ser romántica.

—Siempre volveré a ti y a tus labios de miel que me tienen adicto —Samantha se avergonzo y comenzó a ver a los lados si alguien los pudo hacer escuchado.

D'mitry se rió fuertemente y se adentro en el vehículo, primero salió unos, después en el que estaba el y después el último, como si lo estuviera escoltando.

Samantha estaba profundamente desconcertada en ese momento. A pesar de que su corazón latía con fervor por D'mitry, una inquietante sombra de incertidumbre se había instalado en su mente.

Había llegado a la desconcertante conclusión de que, en realidad, sabía muy poco sobre él, si es que sabía algo en absoluto.

Las preguntas resonaban en su cabeza como un eco incesante.

¿De dónde provenía la fuente de riqueza que le permitía disfrutar de esos lujos aparentemente inagotables sin preocupación alguna?

Samantha se había percatado de que D'mitry vivía en un mundo de opulencia y ostentación que parecía inalcanzable para la mayoría de las personas.

La incertidumbre sobre el origen de esa riqueza la había atormentado y no quería quedarse así durante mucho tiempo.

Además, ahora que había notado que múltiples personas seguían a D'mitry, como si estuviera constantemente escoltado por una sombra misteriosa.

Sangre de la manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora