Un salón imponente, con un suelo de mármol reluciente y altísimos techos decorados con intrincados frescos de batallas y drakontos escupiendo fuego, da la bienvenida a los visitantes. Una majestuosa escalera de caracol, tallada en madera noble, se alza hacia los niveles superiores, adornada con pasamanos ornamentales.
La niña salamandra se sentía completamente deslumbrada por el ambiente novedoso. Cada rincón del enorme salón le generaba una curiosidad intensa y su mirada no dejaba de recorrerlo todo. Por otro lado, el rey demonio se mostraba consternado, sus ojos no abandonaban el suelo, llenos de incertidumbre sobre el destino que le aguardaba ahora que su verdadera identidad había sido descubierta.
Henry las reunió en el centro de la sala de estar, adyacente al gran salón y al comedor. Se pararon en fila y aguardaron en silencio, expectantes por las palabras de su amo. Sin hacerlas esperar, empezó con una pequeña disculpa:
—Perdón por levantarlas tan temprano.
—No se preocupe —respondió la criada de mayor estatura, la madre de la más joven entre todas ellas, y prosiguió—. Mis hijas y yo estamos siempre a su disposición.
Y, como era costumbre cuando tenía que decir algo importante, Henry comenzó a abrazarlas una por una, aunque solo dejó un beso cariñoso en la mejilla de una de ellas: la mujer que había estado al volante, su guardaespaldas. Se dirigió al centro de la sala de estar y continuó con la noticia:
—Como todos saben, por fin di con ella. La persona a la que he buscado durante muchísimos años —hizo una pausa dramática, aunque todas sabían de quién estaba hablando—. El rey demonio, la persona que me hechizó —Las criadas estallaron en aplausos y celebraciones ante las palabras de Henry.
Fue entonces cuando el rey demonio finalmente supo quién era su nuevo amo y cómo había descubierto que él no estaba muerto. La piel se le heló como carámbano y temió por su vida.
Henry avanzó hacia el rey demonio con los ojos brillantes, iluminados como si ardieran en llamas. El rey demonio retrocedía por cada paso que daba, hasta que la pared frenó su huida.
—Así es, hace más de cien años me hechizaste —dijo mientras llevaba su mano derecha hacia la barbilla del rey, quien estaba visiblemente asustado—. Me condenaste a pasar mi inmortalidad en un cuerpo como este —se señaló de arriba abajo con ambas manos.
La mujer apartó bruscamente la mano del hombre y espetó: —Debí haberte eliminado cuando tuve la oportunidad. ¡Por tu culpa, todo lo que tenía se ha esfumado! ¡Ahora vivo entre la basura, rodeada de personas que solo ansían mi sufrimiento! ¿¡Acaso vas a matarme!?
—¡Para nada! Eso ya es cosa del pasado. Solo quiero decirte algo —levantó la mano derecha, llevándola a su cabeza y comenzó a acariciársela, mostrando su nerviosismo—. Quiero agradecerte. Me has hecho la persona más feliz del mundo. Sin ti, jamás las habría conocido a todas ellas, mi familia —señaló a las criadas con las manos abiertas—. Además, me liberaste de la guerra.
Henry se alejó del rey demonio y se sentó en uno de los cinco grandes sillones, dando la espalda a las criadas, pero manteniendo su atención en el rey demonio. Con seriedad en su tono, continuó:
—Después de ser derrotado estabas tan debilitado por nuestro enfrentamiento que te retiraste a tu castillo y, antes de ser capturado, te quitaste la vida. Eso es lo que dice la historia oficial. Sin embargo, yo seguía hechizado y no podía recuperar mi verdadera forma. ¿Cómo era eso posible? Cambiaste de cuerpo con alguien.
En este mundo, los hechizos poderosos solo pueden ser anulados de dos maneras: la primera es que el hechicero lo disuelva él mismo. Y, finalmente, la segunda, con la muerte del hechicero. Por eso, Henry siempre supo que ella seguía con vida.

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NUEVA VIDA
FantasíaDurante mil años, el rey demonio Sargonas Xul'tharac gobernó con mano despiadada... hasta que un día la coalición de reinados y un drakonte llamado Henry lo derrotó. Ahora, cientos de años después, Sargonas vive oculto dentro del cuerpo de una mujer...