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     Natalie había decidido que empezaría la semana con algo nuevo, por lo tanto peinó su cabello rojo en una cola de caballo alta con algunas vinchas en forma de estrella para adornarlo, solo eso hizo lo demás se mantuvo como siempre, soltó las trenzas de su zapato levantándose de su cama y caminó hasta la puerta de su habitación tomando la mochila para colocársela.

     Pasó de largo por la sala de estar saliendo del departamento haciendo el camino de siempre hasta el ascensor y luego fuera de este hasta la calle, le colocó las ruedas a sus Vans comenzando a patinar con calma por la acera, el día estaba precioso lo cual le ayudaba a mantener su buen humor además quería comprar un bagel en una nueva cafetería que estaba por su ruta.

     Se detuvo cuando el semáforo brilló de rojo, como tenía tiempo de sobra esperó con paciencia mientras tiraba la bolsa de papel donde estuvo su desayuno a un cesto de basura, la música fluía de sus audífonos haciéndola mover los labios cantando en silencio las letras, eso, hasta que observó de reojo a la persona junto a ella.

     —Qué tal, roja—saludó con confianza a la chica—. ¿Te las quieres quedar?

     Con curiosidad observó con más atención al adulto, tenía un estilo punk y era súper alto, bajó la mirada a la mano llena de anillos del moreno notando que le extendía unas baquetas decoradas con stickers y manchas de pintura, estaría mintiendo si dijera que no le gustaron.

     —¿Así y ya?—preguntó mirándolo, cuando él asintió despreocupado ella las tomó—. ¡Genial! Gracias, desconocido.

     —No hay problema.

     Ambos chocaron puños y el punk dejó unas palmadas en la cabeza de Natalie como si fuera un perro, la chica guardó aquel regalo en la mochila retomando su camino hasta la academia, de vez en cuando aprovechaba para hacer unos trucos simples ya que las calles no estaban atiborradas de personas, al llegar sacó de su bolsillo la pequeña llave para desbloquear las ruedas de su calzado aunque casi dejaba caer los objetos en sus manos al momento de escuchar la sirena de una patrulla.

     Sonrió verdaderamente feliz al distinguir a Miles entre la multitud.

     —Tienes que decirme que también me quieres—habló Jeff por la radio, todos voltearon a ver el espectáculo.

     —¿¡Es en serio!?—Natalie empezó a abrirse paso entre los estudiantes para llegar hasta el histérico chico.

     —Te quiero papá—insistió el adulto con seriedad—. Quiero que lo digas: Te quiero papá.

     —¿¡Qué no ves dónde estoy!?—luego de tanta insistencia, Miles suspiró rendido—. Papá...te quiero.

     —Cambio y fuera—dijo satisfecho recordándole que atara la agujeta de sus Jordan—. ¡Hola, Natalie!

     —¡Hola, señor Morales!—gritó para que el oficial le escuchara ya que Miles había tomado su mano comenzando a arrastrarla lejos de allí.

     Juntos ingresaron a la instalación buscando un camino óptimo ya que todos estaban apretujados en la entrada, cuando un chico se burló de la escena previa entre padre e hijo, Natalie le disparó discretamente una telaraña para jalarla y hacerlo caer de cara, sonriendo satisfecha al oír el quejido de dolor. Mientras Miles caminaba intentado sacar conversación con los demás estudiantes la de rizos lo veía contenta, sus intentos de socializar eran chistosos.

     —No te saludé como se debe—Miles habló algo desanimado, tirando de Natalie en un abrazo escondiendo el rostro en su cuello—. Hola.

     Ella soltó una risita nasal ya que el aliento del moreno le daba cosquillas, sin esperar mucho correspondió el abrazo—. Hola, ¿Listo para comenzar tu tercera semana aquí?—él soltó un quejido aferrándose más—. Todo estará bien, eres Miles Morales, puedes con esto.

𝙊𝙣 𝙈𝙮 𝙒𝙖𝙮 ━━𝘔𝘪𝘭𝘦𝘴 𝘔𝘰𝘳𝘢𝘭𝘦𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora