En las últimas.
Ni siquiera los participantes estaban demasiado seguros de cuanto tiempo había pasado desde que los juegos había comenzado, pero si Eris estaba segura algo era que los habitantes del Capitolio seguramente habrían comenzado a aburrirse de ellos.
Porque no había sangre, porque no había más acción, porque incluso los vigilantes parecían haberse quedado dormidos y no había mutos o desastres en la arena.
Lo mas relevante era que hasta ahora dos de los profesionales habían muerto gracias a las minas de Terra y que Spruce de algunas forma había contraído alguna enfermedad, los niños no lo sabían, pero era salmonella, una enfermedad que había contraído a causa del contacto directo con una lagartija, irónico, pero es que el niño no se mantenía lejos de los animales.
—De todas las formas en las que puedo morir en esta arena voy a morir de una estúpida fiebre—se quejó mientras Emerald abría un frasco de medicamento que había sido enviado por lo patrocinadores.
—No te vas a morir, llevas tres días diciendo lo mismo y no te mueres—a Eris se le escapó una sonrisa al momento de entrar a la cueva tras la cascada que es donde habían estado refugiándose tanto de la lluvia abundante en la arena como de los tributos restantes.
—Porque—él comenzó, pero se detuvo casi al instante para tomar los medicamentos junto con la botella de agua que Emerald le dijo que tomara, o mejor dicho, le había ordenado que tomara—no sé porque no he muerto, pero en algún momento lo haré—sonaba seguro, casi como si algo le estuviera susurrando en el oído que definitivamente lo haría o…tal vez solo era realista.
Emerald se puso de pie y como era de esperarse le dio una patada al niño que se encontraba recostado en el suelo y que de inmediato comenzó a retorcerse en el suelo.
Puro drama.
Ni siquiera le había dado tan fuerte, solo fue una pequeña patada, o bueno esa excusa ponía Emerald cada que lo golpeaba.
—Ya mátame de una vez—casi gritó cuando Emerald salió de la cueva y luego comenzó a retorcerse de un lado a otro como si realmente le doliera el golpe y luego de un momento se detuvo al quedar boca arriba—Eris—murmuró logrando llamar la atención de la niña.
—¿Qué sucede?
—¿Crees que realmente alguno de nosotros salga de la arena?—la niña pareció analizar sus palabras por un momento, abrió la boca para hablar pero la volvió a cerrar y simplemente contestó encogiéndose de hombros.
—¿Tú qué crees?—Spruce frunció el ceño no contento con que Eris respondiera a su pregunta con otra.
—Queria una respuesta, no una pregunta. Yo no sé…
La plática fue interrumpida cuando Finnick se hizo presente. Lanzó una red de pescado al suelo, lo que hizo que Spruce retrocediera asqueado.
—Oye señor pescadero, si quieres avienta los pescados en mi rostro—Finnick se detuvo y puso los ojos en blanco, se sentó junto a Eris y luego murmuró algo entre dientes:
—Las ganas no me faltan—en cuanto Spruce escuchó el murmullo se sentó y miro a Finnick mientras arqueaba una ceja.
—¿Qué dijiste?—Eris dejó escapar un suspiro de cansancio. Sabía lo que venía.
—No empiecen, por favor—se podía escuchar el cansancio en su voz, no porque estuviera cansada físicamente si no porque estaba harta de aquellas discusiones continuas entre aquellos dos niños.
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𝙈𝙚𝙩𝙖𝙣𝙤𝙞𝙖 | 𝐅𝐢𝐧𝐧𝐢𝐜𝐤 𝐎𝐝𝐚𝐢𝐫
RandomEl olvido daba lugar a exceso de confianza y la gente estaba olvidando el verdadero propósito de los juegos, el propósito de recordar la rebelión. Claro que Coriolanus Snow quería también que fuese vista como una celebración, pero no consideraba cor...