Vientre alquilado. | James Maslow |

Capítulo 16.

-¿Cómo que arreglado? -tartamudeó.

-Sí, mis padres y los suyos arreglaron todo... La boda, el matrimonio... Todo.

-¿Entonces no la amas?

-No. Le tengo un gran cariño, porque ha sido muy buena conmigo estos dos años. Pero, no la puedo amar.

-Tú una vez me dijiste que la amabas. Qué de lo que te habías enamorado era de como te comprendía. La vez del pendiente, ¿lo recuerdas?

-Tengo que cubrir apariencias. ¡Pero al diablo las apariencias! Me he dado cuenta que no importan. El dinero no importa. No importa nada que no seas tú, necesito que me creas.

De pronto el aire comenzó a faltarle.

-¿Qué tienes? -preguntó preocupado-, ¿qué sucede?

-Inhalador -alcanzó a decir.

-¿Dónde está? -comenzaba a ponerse nervioso.

-Primer cajón.

James corrió adentro y __________ se recargó en la lavadora.

-¡Aquí está!

Metió el inhalador en su boca y ayudó a que pudiera respirar.

-¿Estás mejor?

-Sí... -soltó un poco de aire-. Yo no sabía que todo había sido arreglado, James.

-Nadie lo sabe -negó-. Y ahora tú y yo tendremos un hijo...

El ciclo de lavado terminó. Ella se giró, sacó la ropa y después la metió en la secadora. Luego, se giró con James.

-Tenemos un trato... Les tengo que entregar al bebé.

-No es obligatorio, no firmaste un papel. Además, no sabíamos esto. Pensábamos que tú solo serías la incubadora, no la madre.
-Está en riesgo mi palabra, James.

-Está en riesgo tu felicidad -tomó su cintura.

-Sueltame, por favor -musitó.

La soltó.

-Esta vez, te lo diré sin ayuda del alcohol: te quiero, __________. En verdad te quiero.

Lo miró asombrada. Estaba sobrio, ninguna gota de alcohol en sus venas.

-¿No mientes?

-Por supuesto que no -dio un paso adelante-. Te diré que desde que te vi fue un choque de emociones. Y más porque estaba intentando enamorarme de Miranda. Lo del hijo era porque quiero a alguien que herede todo lo que he trabajado, no porque la ame. De verdad que te quiero a ti.

-Por mi parte te puedo decir que -agachó la mirada-, que lo mío fue amor a primera vista. Desde que te vi en la cafetería, tan guapo con ese traje... -pensó en lo que estaba diciendo y borró la sonrisa que se estaba formando en su boca-, pero se ve que ella te quiere, James. Así que, mejor aquí la dejamos.

-¿Qué quieres dejar? -frunció el ceño-, no hemos tenido nada que ver. Mis planes son divorciarme y poder ser feliz contigo. Dime que si y lo dejo todo. Al diablo las apariencias.

-No. -respondió ella firme.

La ropa salió de la secadora. Se la entregó ya seca y sintió todo su cuerpo tenso.

-Te pido que te vayas cuando termines de cambiarte.

Entró en su recámara, se sentó en la cama, apretó el colchón y comenzó a llorar.