Capítulo 20

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Minjeong miraba desde el sofá cómo Jimin se movía de un lado para otro en aquel salón casi vacío. La rubia se agachaba, rebuscaba algo en una caja y lo colocaba, ya fuera encima de la chimenea o colgado en la pared en el caso de los cuadros. Podían permitirse pagar un decorador, pero Jimin había insistido en que, si bien aquella casa iba a convertirse en su hogar, habían de hacerla un poquito más suyas.

                              

A los tres meses y medio del embarazo de Minjeong, ambas habían estado de acuerdo en que un ático en el centro de París tal vez no fuera el mejor lugar para criar a un niño o una niña. El centro de la ciudad, atestado de turistas y tráfico, sin lugares tranquilos como parques o campo cerca para hacer picnics, no pintaba como la imagen que Jimin había pensado para criar a su hijo. Así que, tres semanas y media de intensiva búsqueda después, se habían decidido por una casa a las afueras de la ciudad, en una urbanización residencial con colegios, parques y hospitales cerca, pero no tan lejos de París como para no ver normalmente a Giselle y a Ningning, que decididas ya a instalarse indefinidamente en la capital francesa, habían alquilado el antiguo apartamento de sus amigas.

                              

Y aquella era la primera noche que Jimin y Minjeong iban a dormir en su nueva casa, aunque tuvieran que hacerlo en un colchón en el suelo porque el somiere de la cama se había perdido en la mudanza. Por mucho que Jimin hubiera gritado al teléfono, no había habido forma de arreglarlo. Minjeong sonrió con una mano en su barriga. Desde que sabía de su estado, su novia estaba más sobreprotectora que nunca, y se había escandalizado cuando le había dicho que no pasaba nada por dormir en el colchón por una noche. "¿Y si es demasiado duro para el bebé? ¿Y si en medio de la noche no te acuerdas y al levantarte te haces daño? Creo que he visto una tienda de muebles por el camino, puedo ir y estar aquí en una hora". Minjeong había tenido que jurarle que la llamaría en medio de la noche por cualquier cosa si pasaba algo para que se calmara.

                              

Y en aquel momento, la observaba colgar cuadros con los ojos cansados y una sonrisa. Por supuesto, la política de Jimin de tienes a nuestro hijo dentro, prohibía absolutamente que Minjeong hiciera algo más de bricolaje que indicarle si los cuadros estaban doblados o si quedaban mejor en esta pared o en aquella.

                              

Jimin se dejó caer en el sofá a su lado con un suspiro tras terminar de montar una estantería especialmente grande. Minjeong no tardó en tirar de su novia hacia ella para que la envolviera con los brazos. Con todo aquello de la mudanza se estaba olvidando de ella. Minjeong no pudo hacer otra cosa que sonreír ante esa mentira. Jimin nunca se olvidaba de ella, de hecho, Minjeong no se explicaba cómo la rubia podía tener tanta energía tras la noche anterior. El embarazo... Bueno, digamos que le había subido los niveles de libido, y si encima tenía a una novia súper sexy paseándose semidesnuda por culpa del calor del incipiente verano, aún más. Tenía a Jimin ocupada cada noche.

                              

-Está quedando bien, ¿no? - preguntó Jimin echando un vistazo a su trabajo -. ¿Te gusta?
                              

Minjeong asintió perezosamente acurrucándose más en su costado.

                           

-Oh, lo siento Minjeong, no te lo preguntaba a ti - bromeó Jimin sonriendo. Llevó una mano al vientre de la pelirroja. Si no la conociera, le hubiera costado decir que estaba embarazada, pero para alguien que la veía cada día los cambios empezaban a ser visibles. Los pantalones comenzaban a dejar de cerrar, estaba somnolienta la mayor parte del tiempo y... su cambio favorito, ese que no iba a mencionar en voz alta. Acarició su barriga y comenzó a hablarle -. Te lo decía a ti, pequeña, ¿te gusta tu futura casa?

The great 12 - Winrina/JiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora