Prólogo.

17 2 0
                                    

El frío de la noche se metía entre sus huesos mientras él temblaba, sentado detrás de un basurero en algún callejón de una ciudad conocida por no ser un lugar para niños, o para cualquier persona indefensa.

El pequeño Salva frotaba sus palmas buscando vagamente encontrar algo de calor, cuando sus fuerzas se agotaron y solo cayó. Sintió la luz de una vela acercarse mientras se desplomaba en el suelo.

Despertó, botellas colgaban del techo del lugar. Aunque desorientado, podía distinguir el sonido de las olas chocar contra la madera. Estaba en un barco pirata.

Su primera reacción fue levantarse agresivamente, asustado; ¿Había sido secuestrado por piratas? ¿Qué querían con él?. Al levantarse, tropezó con una botella que estaba junto a la cama en la que había dormido. Un hombre entró por la puerta. Salva tomó la botella y lo amenazó con ella, el hombre solo alzó una mano, buscando calmar al niño frente a él - ¡Quiero ver tus dos manos! - Él hombre se rio.

- Eso está difícil... - Se quitó el saco que llevaba, dejando a la vista que no tenía el otro brazo. Salva no supo cómo reaccionar, sin embargo, seguía amenazando al hombre con la botella - ¿Puedes bajar eso? Te vas a cortar - El hombre quiso acercarse, Salva retrocedió.

- ¡Aléjate! - Mientras caminaba hacia atrás, sus pies se tropezaron con una pequeña caja, cayendo de espaldas al suelo y la botella rompiéndose a su lado. Unos fragmentos de vidrio cayeron sobre la palma de su mano, cortándolo.

- Te lo dije - El hombre se acercó y lo levantó de un tirón, lo cargó por la cintura y lo sentó en la cama, Salva quiso oponerse, pero la fuerza de ese hombre era mucho mayor a la suya - Quédate quieto - El hombre caminó hasta el otro lado de la habitación, hasta un mueble. Salva volvió a bajarse de la cama, se acercó lentamente con intención de meterle un puñetazo por detrás, pero el hombre se volteó en el momento y le detuvo el golpe sin esfuerzo - ¿En serio? - Lo volvió a tomar de la cintura y lo sentó en la cama una vez más - Te dije que te quedes quieto, solo voy a tomar unas cosas -

- ¿Qué va a hacerme? - Su forma de hablar hizo que el hombre se extrañara.

- No eres de aquí, ¿verdad? -

- Eso no responde mi pregunta - El hombre tomó unas vendas y un poco de agua salada embotellada y se acercó al niño.

- Voy a curarte esto - Extendió su mano - Estira la mano - Salva lo hizo, nervioso y asustado. El hombre destapó la botella con los dientes y roció un poco del agua sobre la herida, Salva se retorció levemente por el ardor - Lo siento - Dejó la botella de lado y vendo la mano del niño de forma que la sangre se detuviera y no se infectara la herida - No te toques, se puede poner peor -

- Bien... ¿Usted es un pirata? -

- Si -

- ¿Entonces va a matarme? -

- No - Salva estaba confundido, el hombre se sentó junto a él en la cama - Tu ya me hiciste dos preguntas, así que ahora tú debes responder las mías - Salva tragó grueso - ¿Cómo te llamas? -

- Salva -

- ¿Dónde están tus padres? - Apenas había escapado del castillo, si decía quienes eran sus padres, probablemente lo harían volver, así que decidió mentir.

- Murieron, en un accidente -

- Oh, ya veo... Lo lamento, niño; ¿no tienes más familia? - Salva negó con la cabeza - Entiendo... - El hombre pensó por un momento, se levantó de la cama y se quitó su sombrero pirata en reverencia al niño - Mi nombre es Edward - Salva le sonrió - Última pregunta, ¿Cuántos años tienes? -

- 13 -

- Oh, perfecto - El hombre se acercó a la puerta - Ven, quiero que conozcas a alguien - Salva se bajó de la cama nervioso, antes de salir por la puerta respiró profundo, con miedo de saber que iba a encontrarse detrás de la misma.

ABISMO 3: Cabezas por Recompensas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora