Touché

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Al siguiente día al despertar encuentra el otro lado de la cama vacío, lo cual no es inusual. Facundo siempre se levanta temprano y él decide dormir hasta el último minuto que le es posible.

Se levanta y estira la espalda, casi se ha olvidado del inoportuno huésped hasta que lo encuentra en la cocina sentado junto a la barra. Apenas si mira a Matías cuando este pasa por ahí para ir al baño. El marplatense nota que el santafesino ya se ha adueñado del espacio en el tocador. Hay una botella de loción, un cepillo de dientes extra sobre el lavabo y una toalla húmeda colgando detrás de la puerta.

Se siente como un idiota cuando toma la loción y olfatea, pero aun así lo hace y no reconoce la marca pero le parece que es costosa.

Alejo aún lee el periódico cuando él entra en la cocina para preparar café. El corte de pelo perfectamente estilizado y el traje gris que viste irritan a Matías.

- ¿Para qué te vestís con traje? - las repentinas palabras sobresaltan al invitado, justo como esperaba.

Solo cambia la página y murmura:

- Me gusta vestirme bien.

- ¿Y para eso tenes que vestirte de traje? - se da cuenta de su error en cómo sonó la frase recién dicha y tiene la esperanza de que su huésped no lo haya notado.

Alejo cierra el periódico, se endereza y se gira para mirarlo de frente.

Matías en lugar de preocuparse por la respuesta, se concentra en la línea perfecta de su mandíbula.

- ¿Tenes algún problema conmigo?

- No - murmura y frunce el ceño - Ni siquiera te conozco...

El castaño mueve la cabeza de lado, está considerando que decir.

- Tenes que darle una oportunidad a un conocido antes de juzgarlo.

Pero Mati no lo está juzgando sino que se juzga a sí mismo y su inhabilidad para poner atención a otra cosa que no sea lo atractivo que este hombre le parece cada vez que lo mira. Es ridículo.

El santafesino levanta la mano y la pasa por su mandíbula, la manga de su saco sube un poco por su brazo revelando su reloj, el cual brilla con el rayo de sol matutino.

- Que lindo reloj.

Alejo mira el objeto, lo recorre con los dedos.

- Era de mi abuelo - su voz es gentil- La única cosa decente que heredé de él.

El ariano puede leer entre líneas, se da cuenta que hay rencores ahí y se siente obligado a ser empático.

- Yo nunca conocí a mi abuelo.

El virginiano lo mira con curiosidad pero no pregunta.

- Probablemente fue mejor así.

No puede pensar en una respuesta, así que se ocupa preparando café a solo diez pasos de distancia del rizado. Ale lee nuevamente el periódico pero Mati cree que lo hace solo para aparentar.

- Entonces ¿A qué te dedicas?

- Negocios.

- ¿Qué clase de negocios?

- De esto y aquello digamos.

- Si queres que te dé una oportunidad no seas tan evasivo...

- No hagas tantas preguntas entonces - deja el periódico a un lado y lo mira directamente a los ojos.

- ¿No sos bueno para relacionarte con la gente, verdad?

El hincha de Rosario Central sonríe y sus ojos brillan divertidos.

- Lo mismo digo.

La puerta se abre antes que el hincha de Independiente pueda responder y Facundo entra, todo sudado y acalorado después de su carrera matutina.

- ¡Buenos días! - dice pasando de ellos y se va directo a donde está la jarra de café - ¿Ya hay café preparado?

Alejo continúa mirando a Matías, aun con brillo en los ojos y el susodicho no sabe qué hacer con tanta atención y tensión en el ambiente. Endereza la espalda y dice:

- Me voy al trabajo - toma su llave del frutero.

- ¿A qué te dedicas?

Ahora el oriundo de Mar del Plata sonríe con diversión.

- Esto y aquello digamos...

La mirada de Véliz le dice Touché.

- Le compré a Mati una cafetería - Facundo se sienta junto a su mejor amigo con una taza de café entre sus manos - Siempre le gustó hacer trabajo manual.

- ¿Así? - le pregunta con tono provocativo - ¿Sos bueno con las manos?

- Che búscate el tuyo para chamuyarte buitre - Facu murmura y golpea sus costillas con el codo.

- Me tengo que ir - dice Soulé, se siente incómodo y fuera de juego. Ya que su huésped continúa mirándolo como si fuese el objeto más fascinante en el mundo - Los veo más tarde.

- Muy bien amor - su novio le guiña un ojo - Pero tengo una reunión en la ciudad y volveré muy tarde.

Mati se arriesga a mirar a Alejo.

- ¿Qué vas a hacer? - Le pregunta al recién llegado.

- Tengo lugares a los que ir - el tipo no sabe hacer otra cosa que ser evasivo - Gente que ver.

Matías se siente cada vez más irritado.

- Claro - dice con enfado - Está bien.

Entonces se va, preguntándose si será mucho desear que Alejo ya no esté ahí a su regreso.

El Padrino // SoulizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora