Lujuria

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El fin de semana se aproxima, las cosas ya se han aclarado entre la futura pareja de casados, el menor solo quiere pasarlo bien en el boliche sin dramas de por medio ya que no hay motivos para continuar molesto. Confía en poder cambiar la manera de pensar de su novio con el tiempo, sabe lo generoso que es y lo mucho que le dio, tan solo quiere hacerlo feliz como Alejo le comentó.

Sábado por la noche...

Cuando llega a casa después del trabajo, entra al living y los encuentra preparándose un fernet que Facundo guarda en el mueble de la sala, se encuentran sentados en el sofá bebiendo en una jarra de vidrio, ambos lucen relajados y muy hermosos vistiendo sus outfits para el boliche.

Los ojos de Matías pueden ver la bronceada piel de Ale, la líneas definidas de sus pectorales y cuando levanta la vista, él también lo observa mientras Facu está tan distraído que continúa con su entusiasta charla.

El marplatense toma una ducha rápida, se viste y arregla su cabello, y cuando se une a ellos su novio le entrega un daiquiri de frutilla para luego comunicarle que ya están listos para salir. El rizado vacía la copa de un solo trago y se sirve otra más antes de sentarse junto al castaño mientras Facundo se aleja de ellos intentando conseguir un Uber ya que no tiene buena señal en el living.

Cuando están solos, el santafesino se inclina contra él y murmura:

- Te ves muy bien.

Matías mira los oscurecidos ojos del más alto y responde:

- Vos también - lo dice en serio y quiere que lo sepa.

Véliz no parece estar ebrio pero tampoco parece sobrio y Soulé va por su segunda copa con la mirada de su huésped aún puesta en él. Este mira el movimiento de su garganta cuando traga.

El alcohol lo está relajando, a tal punto que le hace perder inhibiciones y eso provoca un zumbido en las venas del menor.

Todos se acomodan dentro del Uber y se dirigen al boliche.

Claro que Buonanotte conoce al patovica de la entrada y gracias a eso no tienen que hacer fila para entrar. El boliche está lleno de gente y eso que aún hay gente haciendo fila, el ambiente se encuentra sumamente caliente. Se abren paso por la pista de baile hasta la barra.

Matías se aparta de ellos y termina en medio de un grupo de mujeres ebrias pero logra escapar de ellas a través de un hueco, sin embargo va tan distraído intentando evadir los codos y rodillas de la gente, que no se da cuenta del tipo que se dirige hacia él. El hombre choca contra su espalda y provoca que a su vez choque con otro hombre quien derrama su bebida sobre sí mismo salpicando su camisa y entrepierna.

- Perdón - grita pero el hombre está furioso y no acepta la disculpa.

- Mira lo que hiciste, jodido... - tiene el rostro enrojecido por la furia y se lanza contra el menor con una mano levantada y el dedo señalando, apesta tanto a alcohol que invade todos los sentidos del rizado.

- Ya te dije que lo siento - gritó de nuevo y levantando las manos al pecho del tipo - No me toques.

- No me digas que mierda hacer... - el sujeto es arrastrado hacia atrás, tiene cara de sorpresa y pierde el equilibrio.

Alejo lo sostiene por el cuello de su camisa, su cara da miedo cuando gira al desconocido y gruñe en su cara.

- Escúchame bien - no tiene que gritar para hacerse escuchar. Está tan cerca a la cara del tipo que prácticamente podría besarlo - Discúlpate con él.

- Fue él quien chocó contra mí.

- Y yo te estoy diciendo que te disculpes con él - sus ojos brillan advirtiendo del peligro y el marplatense ha quedado sin aliento. El poder que en ese momento irradia del santafesino le calienta todo el cuerpo - No me hagas repetírtelo.

El Padrino // SoulizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora