💋CAPÍTULO 9 - EL CORAZÓN DE CASS💋

94 21 339
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Logré pasar desapercibida entre la multitud reunida en la estación de metro subterránea del distrito portuario

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Logré pasar desapercibida entre la multitud reunida en la estación de metro subterránea del distrito portuario. Tras salir del cabaret, me vestí con indumentaria de calle, sudadera y pantalones rotos. Me revolví el pelo un poco, me puse un gorro de lana y me metí sin miedo entre las olas de gente como una ciudadana más. De normal veía algún fan que me reconocía, pero si iba con seguridad, podía ocultarme a simple vista. Era la magia de mi confianza la que permitía no llamar la atención.

Olía a sudor y humanidad. Los que pasaran por mi lado disfrutarían del perfume a vainilla que usaba. Era un aroma reconocible. Decían que era delicioso permanecer cerca de mí. Solo esperaba que ningún rarito se pasara de listo.

Fingí que compraba un viaje delante de la cabina. El guardia se ilusionó con la mirada al descubrir quién era. Me cubrí los labios con un dedo, le guiñé el ojo y pasé a través de la ventanilla una tarjeta que lo invitaba al burdel.

Esperé la llegada del transporte con las manos metidas en los bolsillos. Movía los anillos de mis dedos para matar el tiempo. Estaba cansada. Lo notaba en el entumecimiento de las piernas. Me crují los hombros. Cuando llegara a casa, dormiría hasta que el sol me quemara entre las sábanas. Era mi intención. Aunque no sabía si conseguiría persuadir a Lucifer para compartir la noche.

Escuché la notificación de mi móvil y me fijé. Una fotografía se había hecho viral. La abrí y descubrí que era Bela en su actuación del cabaret. El paparazzi que se coló pudo escapar. Fruncí el ceño, dispuesta a vengarme de Pol. Era un cobarde, un hombre sin escrúpulos obsesionado con el dinero. Quería su casino, quería nuestros negocios, quería fundir la corona del pecado y venderla al mejor postor. No le importaba el poder, sino la riqueza que ello conllevaba.

Mis chicas llenaron las redes sociales con apoyo a la cantante. Nos encargamos de contrarrestar los intentos vanos del empresario por arruinar su reputación. No podíamos permitir que se saliera con la suya. Decidí subir un meme que había creado la noche anterior burlándome de la torre de Cherkirov donde trabajaba mi buen amigo ávaro.

La atención se dirigió hacia las risas, pero no lo suficiente. Necesitaba una distracción mayor; un evento que pudiese revolucionar la ciudad tanto como para opacar la imagen subida de tono de Bela.

La ópera de la soberbia [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora