👑CAPÍTULO 15 - CORONAS DE FUEGO Y ORO👑

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Los fuegos artificiales tardarían poco en empezar

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Los fuegos artificiales tardarían poco en empezar. Distraerían la atención e impedirían oír los disparos si llegáramos a ese extremo.

El equipo y yo nos agrupamos en una camioneta en la calle frente a la entrada del banco. Era de noche y no había más seguridad que la necesaria. Llevaban cerrados desde las cinco, pero a los Pecados Capitales no les impedirían el paso. Estábamos por encima de las leyes, la policía y el gobierno, pero nunca por encima de los Ángeles de la Muerte. Si ellos daban la orden de detenernos, debían hacerlo. Hasta entonces, que suplicaran lo que quisieran.

Escuchamos los primeros truenos. En el cielo se formaron esferas de luces, destellos titilantes de estrellas doradas. Vimos los colores crear un arcoíris de emoción en la oscuridad del manto sombrío sobre nosotros. Proyectaban luces en la acera y los reflejos de los espejos. Eran hermosos. Únicos. Cortesía de mis seguidores más fanáticos.

Los ciudadanos se quedaban petrificados contemplándolo.

Terminamos de abrocharnos los chalecos antibalas. Mis compañeros se cubrieron con cascos y bufandas. Yo no podía. Necesitábamos que reconocieran a uno de los nuestros para dejarnos entrar, y qué mejor que fuera el rey del pecado.

—¿Alguien necesita un último repaso del plan? —pregunté recargando una pistola. Me la guardé en el pantalón.

Íbamos vestidos como militares, con chaquetones que cubrían nuestros chalecos, listos para el combate. Yo llevaba un abrigo negro en el que podía esconder armas sin que nuestros enemigos se enteraran. Respiré hondo antes de entrar.

—Lo hemos repasado mil veces, diez ayer y diez esta mañana —protestó Pol, abriendo las puertas de la camioneta—. Hagámoslo de una vez.

Bajamos en un orden aleatorio. Me encaminé a la cabeza del grupo, subiendo los escalones que llevaban a la entrada del banco. La luz de las farolas hacía evidente mi identidad. Los guardias de seguridad hicieron un saludo militar al unísono. Les pedí de un gesto que bajaran las manos.

—Nos han informado de que una reencarnación del pecado pretende robarnos hoy, aprovechando el ruido de los fuegos artificiales —le comenté al primero de los guardias. Él se sorprendió.

La ópera de la soberbia [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora