💋​🎵​CAPÍTULO 28 - PRESAGIOS DEL DESTINO💋​🎵​

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Llegó Nochevieja y con ella un viaje a la vieja mansión de la familia Asmodeus

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Llegó Nochevieja y con ella un viaje a la vieja mansión de la familia Asmodeus. Thiago me convenció de que ir nos ayudaría a dejar atrás el pasado para poder empezar una nueva vida. En parte suponía que tenía razón, pero no sabía cómo sentirme al respecto. Llevaba días invirtiendo el tiempo en el trabajo que mejor se me daba; seducir a millonarios a los que sodomizar, acostarme con chicas que querían experimentar el arte de la dominación lésbica o montar orgías en el burdel.

Quería sentir emociones, pues mi cuerpo apenas las reconocía. Las encapsuló en un cajón oculto en un lado de mi mente. La coraza que construí me protegía de la vulnerabilidad, pero me impedía recuperar la normalidad.

Solía ir al hospital para visitar a Bela. En su rehabilitación, conoció personas con las que se identificaba. Un hombre al que llamaban "Lucius el gordo" era quien más la ayudaba. Era un adicto a la comida que sufría de ansiedad. No sabía en qué orden le llegó un problema u otro, pero tenían relación. De no ser porque la reencarnación masculina del pecado de la gula se encontraba en otro punto del planeta, habría dicho que se trataba de ese chico.

Llegamos a la finca con una suave nevada de diminutos copos. Llevaba el gorro de lana, con los mechones caídos sobre la sudadera y el abrigo. Mi hermano llevaba un sombrero-ushanka para resguardarse del frío en las orejas. Se le veía adorable al andar. Estuve a punto de burlarme, pero no quería mostrar las emociones con tanta facilidad.

—¿Te apetecería venir más a menudo? Este sitio está muerto desde hace décadas. —Thiago deslizó la mirada por los bosques pálidos que nos rodeaban. Me dio la mano y yo la acepté—. Podríamos usarlo de refugio cuando queramos desahogarnos o despejar la mente.

—No sé qué decirte —contesté en italiano, él se quejó en nuestro idioma.

—¿Hasta cuándo vas a seguir con ese rollo?

Me encogí de hombros. Paseamos por el sendero principal, hundiendo las botas en el manto blanco. Nos sumergimos en la mansión con precaución. Todavía podían sentirse los ecos de los fantasmas en el chirrido de las ventanas.

Vacilamos unos instantes antes de continuar. El recuerdo del pasado podía ser demoledor. Apreté la mano de mi acompañante, que me abrazó antes de seguir.

La ópera de la soberbia [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora