Primer beso

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Pov de Becky.

Habíamos estado jugando Monopoly sentadas en el piso aproximádamente dos horas. Yo había ganado todas las rondas y ella se negaba a perder.

-Es trampa. -Aseguraba. -No puedes hacer eso.

-Aprende a perder. -Respondía riéndome.

Ninguna de las dos había hecho ninguna pregunta hasta el momento.

-¿Cuántos años tienes? -Empecé.

Me miró.

-Tengo veinticinco. -Contestó. -¿Y tú?

-Veintiúno. -Respondí.

Ella asintió y devolvió su mirada al tablero.

Quería hablar con ella, pero no quería hacerle preguntas comúnes.

-¿Cuál crees que es el mayor logro de tu vida hasta ahora? -Cuestioné.

Ella soltó su copa y la dejó en el piso.

Se quedó mirando hacia arriba tratando de pensar.

-Es una muy buena pregunta. -Comentó. -Mira que nunca me han gustado las preguntas comúnes.

Punto a mi favor.
-Diría que el orfanato, definitivamente. -Aseguró. -Poder darle amor y comprensión a los niños.

Había algo respecto a ella que me hacía verla como si resplandeciera por sobre todo lo demás.

Asentí sonriendo.

Ella me miró detenidamente varios segundos.

-¿Por qué te sientes agradecida? -Preguntó ella.

-¿Es tu turno ahora? -Cuestioné riéndome.

Ella asintió.

Ambas habíamos dejado el Monopoly de lado.

-En realidad, por todo. -Admití. -Por mi familia, mi salud, mi trabajo y por todo lo que me hace ser la persona que soy hoy.

Ella giró la cabeza levemente de lado.

-¿Eres unida con tu familia? -Cuestionó.

Sonreí.

-Somos una familia pequeña, pero siempre hemos sido muy unidos. -Confirmé. -¿Y tú?

Noté que se incomodó.

-No tienes que responder si no quieres. -Le hice saber. -Cambiémos de tema.

-No pasa nada. -Contestó. -Es solo que perdí a mi familia a mis padres cuando era pequeña.

La miré con compasión.

-Lo siento. -Dije.

-Está bien. -Respondió. -Es algo que he superado con el tiempo.

Sonreí levemente.

Ahora sabía una de sus razones para tener un orfanato.

-Es bueno que te lleves bien con tu familia. -Comentó. -Supongo que deben estar muy orgullosos de ti.

-Creí que te parecía insoportable. -Respondí sonriendo.

-Lo eres. -Aseguró. -Pero también eres linda a veces.

No supe qué decir ni qué hacer.

Sentí que mis latidos se aceleraron.

La tensión que tenía me hizo apretar la copa más de lo que debía, haciendo que la rompiera.

Por suerte ya solo me quedaba un trago de vino.

-¿Estás bien? -Cuestionó preocupada.

Bajé la vista para mirar mi mano y noté que me había cortado.

Almas Reencontradas - FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora