Orden. Todo debe estar en orden.
Los libros en la estantería, las habitaciones limpias, mis zapatos bien lustrados.
¿En dónde dejé mi reloj?
Tic, tac, tic tac. En el buró, junto a la lámpara de noche, encima del libro de la autografía de Ibn Sina* que me sé de memoria, como si fuera mi propia historia.
Olvídalo. Los guantes. Limpios y bien puestos sobre mis manos. Mi cabello está cuidadosamente peinado de lado y no hay ninguna gota de sudor por mi rostro. No hay rastro de polvo sobre mi escritorio, tampoco manchas de pintura. Las rosas son rojas, no blancas. A nadie le gustan las flores blancas.
Riki está a mi lado. He conseguido borrar las manchas rojas de su rostro. Sigue viéndose hermoso, blanco, pero no lo suficiente para ser una rosa blanca. Borré cada mancha de su piel, pero no demasiado para hacerlo enfadar. No tiene ningún apósito, lo bañé en maquillaje para ocultar las cicatrices, no puede tener alguna imperfección. No puede haber errores.
Su cabello está peinado de lado, igualando al mío. Volví a teñirlo de rubio porque estaba perdiendo el color. Se ve bien. No muy exagerado, no muy cenizo. Su traje y sus zapatos bien lustrados, casi se parece a él.
Casi.
El único que tiene el derecho a ser idéntico a él, soy yo.
Mamá tiene el cabello suelto y ondulado, usa ese labial rojo intenso y el vestido que tanto le gusta a él. Lo suficientemente largo para cubrir las cicatrices de sus piernas y el temblor de sus manos. Está nerviosa, tal vez tiene miedo. No hay problema, lo solucionaré con un abrazo.
Ella logra tranquilizarse y me mira con una pequeña sonrisa.
Orden. Todo está en orden.
Cuando la puerta principal se abre, nosotros estamos en la mesa, compartiendo una copa de vino. No dice palabra alguna cuando los platos están servidos. Lo normal, él detesta que se falte al respeto en la mesa. Que no valoremos el esfuerzo que hace para poner comida en nuestros platos.
Respiro profundamente. Debo comer con cuidado, no hacer demasiado ruido al masticar y demostrar modales.
Corta el pedazo de carne con cuidado, no pongas los codos sobre la mesa, mastica despacio, traga con elegancia. Vino. Toma vino, no agua. Siempre vino. Eres un hombre, debes demostrar respeto bebiendo una copa de vino.
—Pasemos a la sala, quiero hablar algunas cosas —dice. No lo está pidiendo amablemente, lo está ordenando.
Todos nos levantamos en silencio, aunque mi madre ha demorado más tiempo en terminar. Le indico con la mirada que debe dejar el plato ahí mismo, aunque no haya acabado. Y con una seña le digo a una de las empleadas que se deshagan pronto de lo que resta. Si él lo ve, no tardará en reprender a mamá y nadie quiere eso.
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ONE OF THE GIRLS ©
FanficHeeseung es perfecto. Es el chico con el que los padres quieren que sus hijas salgan. El estudiante preferido de todos los profesores. El hermano mayor que da un buen ejemplo al menor. El hijo que cualquier padre podría pedir. Demasiado perfecto par...