Capítulo 7

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Dormía bajo el mismo techo que Callum. Seguía sus normas, sus horarios y estaba en constante vigilancia de sus hombres.

Bikram era la mano derecha de Callum desde hacía seis años, el que actuaba y mandaba cuando el jefe no estaba. Descendiente orgulloso de una célula aún activa nazi, todo un primor de hombre. Tenía ciertas tendencias psicópatas y retorcidas, con su propio cuarto de juegos que nada tenía que ver al que yo tenía en Edén.

El grandullón que se hizo pasar por Callum se llamaba Laccran y era la fuerza física que protegía al jefe. Tenía cerebro a pesar de ser el chaleco antibalas de Callum y se encontraba en el segundo círculo de confianza.

Después de ellos había súbditos de varias categorías con mayor o menor importancia.

La pirámide de poder no era muy equilibrada, ya que como en la Organización Moon, había mucha distancia entre el eslabón superior y los siervos. La diferencia, era que Callum tenía a su alrededor a varios apoyos fundamentales, mi padre no cometería ese error.

Me "debía" a las órdenes de Callum, lo que incluía a Bikram y Laccran.

Mi posición se salía de la pirámide, pero aún así no podía desobedecer una orden directa de ellos.

Por ello, cuando Laccran me entregó un paquete, ordenándome que me pusiera su contenido y bajara a cenar a una hora en concreto, cerré la boca y la puerta de mi habitación, obedeciendo sin rechistar.

El vestido era del más puro estilo Nyx, de un intenso negro aterciopelado que se ajustaba a mi cuerpo perfectamente.

Un recuerdo vago se presentó en mi mente mientras me recogía el cabello para despejar mis hombros pálidos desnudos.

Era de unos dibujos que le gustaban a mi hermana, de una familia gótica con dos niños, un Frankenstein de mayordomo y una mano como mascota.

El vestido de la madre me recordaba al que llevaba puesto, a excepción de los puños de las mangas que no eran de murciélago como el personaje de aquellos dibujos.

El gusto de Callum era bueno o al menos, el del asesor que lo había elegido.

Me dirigí puntual al comedor para la cena, sin sorprenderme de que solo Callum me esperara y que la cena fuera solo para nosotros.

Cruzamos miradas, poniéndolo en pie ante mi aparición, con una caballerosidad antigua y poco usada ya.

Mi boca se estiró con una sonrisa, alzando más la barbilla con orgullo.

-Buenas noches. Veo que te ha gustado mi vestido.

Estire los brazos para lucir las mangas ajustadas, acariciando la suave tela.

-Lo bastante para ponérmelo esta noche. Hacía mucho que nadie me regalaba uno.

En Edén lucí muchos de los regalos que me hicieron los clientes para deleite de ellos mismos.

Los hombres solían sentir un placer y una dominación particular cuando te ponías algo que ellos habían elegido. Es un pequeño control que creen que tienen sobre ti, cuando tú sabes que al complacerles, los tienes completamente dominados.

-Imagino que en tu tapadera como bailarina, recibirte más de uno.

Asentí, confirmando sus palabras.

-Tenía piezas preciosas. Una pena que acabadas todas destrozadas por las llamas-Me lamenté falsamente, habiendo sido yo la culpable de tal destrucción.

Callum se tocó el lado del cuello arrugado por las quemaduras, con un tono rosado intenso.

-Te gusta quemar cosas.

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