La sensación de las miradas sobre mi, no distaba mucho de una noche abarrotada en Edén. Ojos curiosos girándose hacia la figura novedosa que recorría el salón con paso seguro a pesar de no pertenecer a aquel lugar.
Mantuve la cabeza alta, mis sentidos alerta y mis ojos buscando el foco de interés principal de aquellos hombres.
Sombra no estaba en esos momentos presente. Estaban demasiado tranquilos y distraídos para encontrarse su líder presente.
No habría mas de cincuenta hombres pertenecientes al circulo principal de Sombra, rodeados de su seguridad, súbditos o entretenimientos. Pocas esclavas superaban mi edad, colocadas detrás de sus dueños como si de una vitrina de trofeos para exhibir se tratara. Todas vestidas y peinadas para la ocasión, algunas cubiertas de golpes y marcas, otras con las ojeras tan hundidas que parecían enfermas. Las que lograban sonreír y mantenerse firmes, estaban mas cerca de sus dueños. Apenas vi miradas de auxilio, tal vez en las mas jóvenes, conscientes de la realidad en la que vivían y que su salvación no llegaría nunca.
Aparte la mirada, como había hecho otras muchas veces y no sentí nada al hacerlo. No estaba en mis manos interceder en su destino. No era su salvadora.
La fiesta resultaba mas sofisticada y elegante de lo que me esperaba, aunque no debía de ser muy diferente a las fiestas de la Organización Moon que preparaba mi abuelo. Con alcohol y drogas pasando junto a los canapés, mujeres y hombres a disposición y una peste a cigarrillo y puro casi vomitiva.
Reconocí a mas de uno, antiguos fieles de mi padre que habían encontrado unas mejores condiciones bajo Sombra. No se escondían de mostrar sus nuevas lealtades y tampoco me sorprendía confirmarlas.
Moon estaba perdiendo fuerza y su caída ya no era tan imposible.
Me hice con una copa de champagne, otorgándome a mi misma un brindis por estar ahí plantada a la espera de ser atrapada y llevaba ante el gran líder.
Apenas había comenzado a beber, cuando sentí una presencia a mis espaldas, seguida de algo clavándose en mi columna a la altura de los riñones.
-¿Le importaría acompañarnos, señorita?
Sonreí al frente, mirando consecutivamente el rabillo de mis ojos para analizar a las dos montañas que tenia solo para mi.
-¿A la zona VIP? -Pregunte dejando la copa en la bandeja de un camarero que pasaba cerca.
Uno me agarro el codo con un cepo férreo, tensándome.
-No necesito... -Tiré de mi brazo para liberarlo -una muleta para andar.
Tenia mis armas bien escondidas bajo el vestido. No me habían registrado al entrar, porque era obvio que íbamos todo s o casi todos armados. No quería ser la primera en sacar las pistolas y montar un espectáculo, pero tampoco permitiría que nadie me tocara.
Alejaron sus manos de mi cuerpo y me indicaron el camino fuera de la fiesta. Eso si, sin dejar de apuntarme con sus pistolas por si acaso.
No me llevaron muy lejos, ni tampoco trataron de reducirme en el camino.
Se detuvieron frente a unas puertas dobles custodiadas por otras dos montañas. Solo dieron un toque en la puerta antes de dejarme pasar.
Reprimí el impulso de poner los ojos en blanco al mirar el interior del despacho que gritaba por todas partes: Hombre hetero de poder con necesidad de aprobación de hombría en cada parte de su vida.
Muebles robustos, grandes, oscuros y ornamentados.
Me estaba empezando a cansar que ellos tuvieran siempre el poder.

ESTÁS LEYENDO
Nyx
RomansaA la primera, Ciara, le arrebataron la inocencia, la protección, la seguridad, dando paso a La Mamba Negra una bestia sin corazón, remordimiento o alma que fragmentar. Tras el paso de llamas que la aplacaron, resurgió de sus cenizas Nyx, un ser perf...