Capítulo 3

614 97 34
                                    

-Necesito dos. Para el viernes como tarde.

-No va a ser fácil...

-Me da igual. Quiero los vuelos listos para el viernes, con distintos horarios. ¿No eres tú el que presume de hacer fácil, lo imposible? Búscate la vida.

No se atrevió a replicar, manteniéndose callado unos segundos al otro lado de la línea.

-Los tendré para el viernes.

Di un par de toques al pie de la copa, satisfecha por la obediencia de mi juguete informático.

-Sabía que podrías hacerlo. Llámame en cuanto tengas el aprobado en el aeropuerto. Nos vemos pronto.

-Nos vemos pronto, mi señora.

Colgué el pequeño teléfono negro y lo guardé dentro de mi bolso de mano, alzando la copa de vino para beber el resto del tinto que quedaba.

Mi tiempo en el país se estaba agotando, los avances que había dado en las últimas semanas habían sido más de los que esperaban.

Debía cambiar de ubicación antes de que mi padre o mi hermana se presentaran con la intención de hacerme volver.

Llevaba mucho tiempo sin verles y pretendía que todo continuara así.

La pequeña ciudad de Blois sería mi próximo destino, un lugar pintoresco junto al rio Loira y el bosque de Russy, un lugar perfecto para pasar una temporada.

Aunque podría ingeniármelas para verles, aunque fuera unos días...

El característico sonido del bote de una pelota acercándose hacia mi me sacó de mis maquinaciones, adelantando la pierna para detener la pelota.

Una niña de cabellera negra de rizos trotó por el bar del hotel, deteniéndose en seco al encontrar su pelota debajo de mi tacón, levantando una mirada fruncida y desconfiada hasta mis ojos.

Eran unos ojos demasiado grandes para una niña, verdes y brillantes, llenos de determinación y un mal genio.

Nos enfrentamos durante un largo segundo, en el que ella miró su pelota varias veces. Pocos niños de tres años podrían resultar tan amenazantes como ella.

Mi vida estaría en peligro si le ocurría algo a aquella pelota.

-Hola, pequeña guerrera-Saludé agachándome para coger la pelota-Has perdido esto.

La niña dio un paso firme para acercarse a mi, estirando las manos para coger la pelota que le tendía.

-Si. Es mía. Gracias.

Lancé la pelota con delicadeza hacia sus manos, atrapándola con rapidez para retroceder de nuevo. Sin embargo, no se alejó. Me dio un repaso de arriba a abajo mientras yo hacía algo parecido.

Había algo que me resultaba vagamente familiar en aquella niña, como si la hubiera visto antes en alguna parte.

-Guerrera.

-¿Mmmm?-Murmuré irguiéndome en la silla, intentando recordar de qué la conocía.

Frunció el ceño, abrazando la pelota contra su pecho.

-Papá llama así a mamá-Explicó, claramente ofendida por haber sido nombrada igual que su madre.

-¡Vaya! Que casualidad... Algo me dice que os parecéis mucho ¿me equivoco?

Negó con la cabeza, soltando un gruñido nasal.

-Soy como mamá. Todos me lo dicen, pero no me llaman como a mamá.

NyxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora