Me movía por el mundo sin más aliados que Brian.
No tenía compañeros, no tenía nadie más de confianza a mi lado.
Y mi voluntad flaqueaba a veces.
Solo tuve que cruzar unas palabra con Bikram para saber que iba a por mi.
Conforme planeábamos el asalto a la farmacéutica, podía ver sus claras intenciones de traición para quitarme de en medio.
Me odiaba, quería acabar conmigo y alejarme de Callum, porque sabía lo peligrosa que era para el.
La única confianza que quería ganarme, era la de Callum.
Necesitaba alguien que me cubriera las espaldas. Solo por esta vez.
Necesitaba más fuerza bruta de mi lado.
Delibere hacer la llamada con el móvil en la mano casi un minuto entero, observando la estrategia de ataque plasmada en la pantalla.
Callum había dado el primer visto bueno al plan en el que me encontraba bastante desprotegida.
No quería morir.
Era demasiado pronto para morir.
Un simple paso en falso y Callum no dudaría en seccionarme la carótida como si de mantequilla de desayuno se tratara.
Tenía que llamarle.
-Te necesito en Ámsterdam. En dos días.
Apenas hubo un vacile al responderme, tomando una pequeña respiración.
-Mándame la ubicación exacta. Ahí estaré.
Deje caer los párpados con alivio, frotándome la frente repentinamente adolorida.
-Necesito tu fuerza.
Una risa ronca al otro lado de la puerta me hizo abrir los ojos.
Avance con sigilo hasta ella, mirando por la rendija entreabierta al pasillo de donde provenían las risas.
Bikram, un hombre delgado con barba clara y pelo pajizo, sujetaba a una mujer de ambos pechos para retenerla.
Le besaba el cuello con pericia y ella fingía bastante bien que le encantaba que le tocara.
Era una mujer muy bonita, de rasgos suaves y sonrisa traviesa. Joven, con pechos operados y curvas llamativas.
Los había visto juntos otras veces. Era una de sus chicas, de las que le debía parecer bien que le dieran una pequeña paliza en la cama por las marcas de su cuello y los moratones en sus piernas.
No era quién para meterme en los gustos sexuales de nadie, comprendiendo muy bien lo mucho que el sexo duro podía gustarte.
Pero hubo algo en la pequeña mueca que ella puso, que me hizo darme cuenta de que eso a ella no le gustaba en realidad. Por supervivencia o porque a ella no le quedaba otra que aceptar, pero el dolor no le gustaba.
Sonreí cuando la empujó hasta el suelo por los hombros, obligándole a ponerse de rodillas con brusquedad y le tiraba del pelo castaño en mitad de un pasillo que podría ser transitado en cualquier momento.
Con insultos vejatorios que ella no disfruto, le ordenó que abriera la boca y le bajara los pantalones.
Se empalmó rápidamente al mirar a ambos lados del pasillo, disfrutando del riesgo de que los pillaran.
No repararon en que les podía ver, sino habría sido aún más brusco con ella mientras se la metía en la boca, con unas embestidas que casi la ahogan.

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Nyx
RomansaA la primera, Ciara, le arrebataron la inocencia, la protección, la seguridad, dando paso a La Mamba Negra una bestia sin corazón, remordimiento o alma que fragmentar. Tras el paso de llamas que la aplacaron, resurgió de sus cenizas Nyx, un ser perf...