Capítulo 9

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No era mi costumbre repetir un conjunto, pero el regalo que me había hecho Callum merecía una segunda puesta.

Mantuve el estilo de cuando me lo puse la primera vez, haciéndome un sencillo recogido para dejar expuestos mis hombros y mis clavículas. Mi escaso busto apenas se abultaba, pero ni gracias al embarazo y después los pocos meses que pude dar a Angela el pecho, estos crecieron algo.

Aquella noche pretendía parecer la misma Nyx que conoció .

No serlo, porque eso resultaría imposible.

Pero si parecerlo.

Una especie de recompensa, o  conmemoración a lo que fuimos.

La noche era fría, helada. De mi escasa piel desnuda transpiró el calor al salir del coche contratado para llevarme al restaurante.

El chofer no dudó en salir a toda prisa para sostenerme la mano y la puerta, ayudándome a salir a la acera, apenas transitada.

Se lo agradecí de pasada, abrigándome con ambos brazos cubiertos por el espeso pelo blanco de mi abrigo.

No era el mejor atuendo para salir, con las aceras llenas de hielo y la nieve a punto de caer.

Avancé los escasos metros con pie seguro, siendo recibida con las puertas bien abiertas al restaurante.

Solo con mi aspecto y mi ropa, no dudarían en que era alguien importante y que esperaba a cenar con alguien con suficiente estatus para haber reservado con ellos.

-Érebo-Indiqué a la mujer de la recepción.

Identifico mi acento como extranjero y empleó el inglés para pedirme que la acompañara.

No estaba acostumbrada a cenas en público. Mi experiencia en restaurantes era muy escasa. Apenas había ido a algunos durante mi estancia en Barcelona con Ángel.

Estaba fuera de mi zona de confort, pero no permití que se me notara. En eso si que sabía defenderme.

Agradecí internamente que acabáramos en la zona más privada del restaurante, con mesas más alejadas las unas de las otras para dar intimidad y una luz ligeramente más tenue e intimida.

Sus ojos zafiros fue lo primero que vi y me recorrió el cuerpo, notando el agua recorrerme desde la nuca hasta los dedos de los pies.

Era la emoción más fuerte que había sentido en mi cuerpo en muchísimo tiempo.
Estaba en casa.

O lo más cercano a ello al menos.

Había vivido los últimas semanas junto a Callum con un frío cuchillo apuntando a mi cuello, rozándolo, acariciandolo de vez en cuando para que no me olvidara de su existencia.

Con Gael noté cierto calor, seguridad y calma, sin miedo, sin necesidad de estar en guardia.

Gael siempre sería mis manos, mi protección, mi arma.

Me lo juro años atrás y ahí estaba, cumpliendo su promesa.

Se puso en pie como un caballero, pasando la mano por dentro de la piel del abrigo para sujetarme del bajo de la espalda y atraerme a su cuerpo.

Tuvo que inclinarse para alcanzar mi oreja, dejando que su reconfortante aroma me embargara.

-Estás preciosa, Nyx-Susurró en mi oreja, besándome con suavidad la mejilla.

Se apartó para mirar a la mujer que se había quedado a un lado, evaluando nuestra breve interacción con curiosidad.

Gael empleo un fluido holandés que me sorprendió, seguramente despachando a la mujer para que nos dejara a solas.

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