Un pequeño niño de tan solo once años se encontraba correteando por el gran salón de la mansión, emocionado por haber recibido su carta para asistir a Hogwarts. Era más que obvio que aquel pequeño conseguiría su carta, por la gran historia familiar, pero aún así estaba feliz y ansioso.
- Cariño, sé que estás emocionado por poder ir a Hogwarts, pero debes calmarte un poco -habló en un tono dulce la mujer mientras se acercaba a su hijo, quién rápidamente pidió que su progenitora lo cargara y esta accedió, dejando un casto beso en la mejilla de su pequeño.
- ¡Iré a Hogwarts, mami! seré un gran mago, ¡aprenderé a hacer pociones como el tío Snape!
- Sí, dragoncito, serás un mago increíble y serás el mejor haciendo pociones.
La mujer tomó asiento en uno de los sillones del lugar, poniendo a su hijo en su regazo mientras escuchaba con atención cada uno de los deseos que su hijo le contaba con tanta ilusión, acariciando el rubio cabello de su pequeño mientras alentaba cada uno de esos deseos, hasta que una grave voz les interrumpió.
- Narcissa, no llenes de falsas ilusiones la cabeza del niño.
La mencionada frunció el ceño al ver como la sonrisa de su hijo era remplazada por un puchero, enojada por las palabras de su esposo, volteó su cabeza en su dirección.
- ¿Acaso dudas de que tú hijo será un gran estudiante?
- Claro que no, mi hijo es un Malfoy, estoy seguro de que será el mejor de su generación, de eso no hay ninguna duda -el hombre habló con seguridad mientras se apoyaba de su bastón- pero el estar fantaseando hará que se desvíe del verdadero objetivo de Draco.
El niño miró con confusión a su padre y, antes de que pudiera reclamarle y decirle que no eran simples fantasías, su madre se adelantó a hablar.
- Lucius, es un niño apenas, deja que disfrute de sus primeros años -habló disgustada, cansada del mismo tema.
- Necesita empezar a mentalizarse, Narcissa.
- Mi hijo es un niño todavía, el no necesita preocuparse y mucho menos prepararse para nada de éso, Lucius, así que deja el tema -Narcissa se levantó con su hijo en brazos- iré con Draco a comprar sus materiales, si deseas acompañarnos eres bienvenido.
Sin más la rubia se marchó junto con su hijo, dejando a un enojado Lucius con la palabra en la boca que no tardó mucho en ir tras de su hijo y esposa.
Draco no había entendido nada de la conversación de sus padres, pero aún así el tono que había utilizado su padre, junto con lo que había dicho, le hicieron sentir triste. Él realmente quería aprender a hacer pociones y así poder hacerlas junto a su tío.
- Quita ésa carita de cachorro triste, amor -Narcissa le habló en susurro a Draco, llamando su atención- iremos a comprar tus cosas, cielo, ¿no estás emocionado? tendrás al fin tu varita.
Los ojitos grises del pequeño brillaron de emoción ante lo último, olvidando por el momento de su tristeza.
- Estoy muy emocionado, el tío Snape me ha enseñado algunos hechizos y al fin podré ponerlos en práctica -la emoción nuevamente se había apoderado del pequeño, haciendo que su madre sonriera.
- Tu padre te enseñará a usarla antes de que te vayas, para que cuando llegues te sea más fácil aprender nuevos hechizos, ¿verdad, Cariño? -Narcissa le preguntó a su esposo mientras se subían al carruaje, dejando a Draco sentado junto a ella.
Lucius únicamente asintió a la pregunta de su esposa, ya que más que una pregunta, era una orden, así que no era como que se pudiera negar ante éso, de igual manera le parecía buena idea enseñarle a dominar su varita a su hijo.
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Lumos | Drarry
FanfictionDraco estaba pasando por el peor momento de su vida, hundido en una profunda depresión, tratando de sobrevivir solo con sus pensamientos, hasta que aquel chico de ojos color esmeralda le dió un sentido a su vida, dándole felicidad y paz a su mente y...