La primera semana de clases después de las vacaciones había sido más pesada de lo que Draco pensó que sería, con nuevas materias y nuevos maestros, algunos bastante incompetentes en su humilde opinión, que dejaban tareas innecesariamente largas, ¿cómo para qué querían ocho pergaminos de pura información? ni siquiera se molestaban en revisarlos y eso le causaba molestia, pero de alguna manera agradecía estar hundido en tareas, ya que mantenían su mente distraída al menos por un rato.
Es verdad que la última conversación que había tenido con su madre le había tranquilizado un poco, pero no podía evitar sentirse ansioso al no haber recibido todavía una carta por parte de su padre, el rubio necesitaba con urgencia saber si sus padres se habían arreglado y si su madre había hablado con su padre.
Draco sabía perfectamente que nada del mundo haría cambiar de opinión a su padre, pero todavía había un poco de esperanza en él que le hacía pensar lo contrario.
Para muchos Draco estaba dramatizando y exagerando, haciendo todo un drama, en palabras dichas por su tía Bellatrix, ser un mortífago no era lo peor del mundo, era hasta divertido en ocasiones, ¿pero cómo podría ser divertido torturar a alguien hasta la muerte? definitivamente su tía estaba demente.
El rubio se había tomado la molestia de leer e investigar por su propia cuenta sobre los orígenes de los mortífagos y de el que no debe ser nombrado, trayendo libros de su casa a escondidas de sus padres y tomando libros prestados de la biblioteca de Hogwarts, al igual que preguntándole a Severus sobre el tema, y estaba lo suficientemente informado sobre lo riesgoso que era ser un mortífago. Draco amaba a su padre, ¿pero lo amaba lo suficiente como para formar parte del séquito de el que no debe ser nombrado? sí, lo hacía, porque era lo que su padre desea y quiere para él y Draco solo quería ver reflejado el orgullo en los ojos de su padre al verlo, así que lo complacería a su padre aunque no fuera lo que le hiciera feliz.
Pero el razonde esperanza seguía ahí de todos modos.
La última clase del día había llegado a su fin, pociones con su tío Snape, y agradeció internamente que el pelinegro no haya dejado ninguna actividad para entregar la siguiente clase, así que salió del salón junto con sus amigos, quienes iban hablando animadamente entre ellos mientras Draco solo los escuchaba, demasiado ocupado en sus pensamientos como para unirse a la conversación.
Estaba tan distraído que no se había dado cuenta de que ya se encontraban en el gran comedor y no pudo evitar hacer una mueca ante el ruido que había, era insoportable escuchar a tantas personas hablar al mismo tiempo y en un volumen para nada bajo.
Los cuatro chicos se sentaron al inicio de la gran mesa que le correspondía a su casa, Draco dándole la espalda a los demás estudiantes, ya que le desagradaba que personas ajenas a su círculo social se le quedaran viendo mientras comía, Pansy tomó asiento junto al rubio como de costumbre y los otros dos chicos se sentaron frente a ellos.
El almuerzo transcurrió tranquilo, entre conversaciones, bromas y risas entre los cuatro amigos, aunque cierto rubio por ratos se quedaba perdido en sus pensamientos mientras jugaba con su comida, pero regresaba a la realidad cuando escuchaba la para nada discreta risa de la castaña a su lado.
Pansy era la única ruidosa que soportaba.
Antes de que la hora del almuerzo llegara a su fin, varias lechuzas entraron al lugar y Draco sintió náuseas al ver a la lechuza de su padre acercarse hasta él para dejar caer dos sobres y una cajita.
Draco no lo pensó dos veces y primero leyó la carta que era de parte de su madre y no pudo evitar sonreír ante las cortas, pero bellas palabras que su madre había plasmado en el papel; la carta hablaba sobre lo que la mujer había hecho a lo largo de la semana, lo mucho que extrañaba a su hijo y preguntándole como la estaba pasando.
El rubio agradecía inmensamente a su madre por no haber escrito nada sobre el tema de su futuro, estaba feliz de haber recibido una carta por parte de su madre y su felicidad creció aún más cuando notó que el contenido de la cajita eran sus chocolates favoritos.
- ¿Es chocolate rubio? -preguntó Blaise mientras se inclinaba sobre la mesa para ver la cajita y al ver el sentimiento de cabeza del rubio se emocionó- ¡Yo quiero!
Blaise trató de agarrar la caja de chocolates, pero Draco la tomó antes de que el moreno pudiera hacerlo.
- Aléjate de mis chocolates, mi madre los envió para mi -habló Draco mientras miraba a Blaise con los ojos entrecerrados.
- Uhh, Draco... -ahora fue Theo el que habló- la nota de la caja no dice que es de parte de Narcissa -señaló la el trozo de papel que estaba atado al listón de la caja.
Draco frunció el ceño con confusión, tomando la nota para leer las iniciales y sus ojos se abrieron de la sorpresa al leer las iniciales de su padre y recordó que le faltaba por leer la carta que le había mandado su padre, así que guardo la carta de su madre en el sobre correspondiente para tomar el sobre que todavía no había sido abierto.
Inhaló y exhaló repetidas veces para calmar los nervios y la ansiedad que estaba sintiendo en esos momentos mientras abría el sobre.
Cerró sus ojos por unos segundos, ganándose miradas curiosas por parte de sus amigos, buscando la valentía necesaria para después finalmente atreverse a leer la carta.
"Draco, lamento no haber podido ir a despedirme de ti, pero tenía un asunto importante del trabajo y por más que traté de mover la junta para otro día, no pude convencer a los del consejo. Sé que tal vez no estamos en los mejores términos en estos momentos, y posiblemente no leas esta carta, pero aún así quería desearte suerte en tus clases. Soy consciente de que ser mortífago no es algo que quieras, pero debes dé, eso no está a discusión, así como toda la familia lo es, también lo serás, pero eso no significa que tú vida tendrá que girar únicamente en ser un mortífago, puedes ser mortífago y también dedicarte a otras cosas, así como Severus y yo, ten eso muy en cuenta.
Por ahora dejaré de insistir con el tema, pero sin embargo en las siguientes vacaciones tendremos una conversación al respecto y te aclararé varias cosas. Mientras tanto, mantén orgullosamente en alto el apellido Malfoy y disfruta de los chocolates.
L.M."
El rubio se arrepintió de haber leído la carta, hubiera preferido únicamente solo haber leído la carta de su madre, ¿por qué su padre era tan malo dando disculpas?, ¿mandarle chocolates tan siquiera podría considerarse como una disculpa?
Draco suspiró con frustración y dejó caer su cabeza contra la mesa, golpeándose ruidosamente la frente y llamando la atención de varios compañeros de su casa y de las otras.
- Draco, ¿estás bien? -Pansy le preguntó preocupada.
- De maravilla, Pansy, gracias por preguntar -respondió sarcástico todavía con su cabeza sobre la mesa.
La castaña arrugó el ceño y apretó los labios formando una mueca, no le gustó para nada el tono que había usado y estaba a nada de darle un golpe en la cabeza al rubio, pero al ver cómo Blaise y Theo le hacían señas, prefirió dejarlo pasar.
- Eres un mocoso grosero, yo te lo pregunté de buena manera.
- Ya, perdón -dijo Draco levantando la cabeza de la mesa para dedicarles una rápida mirada a sus amigos que le miraban con preocupación antes de bajar su mirada a la carta sobre la mesa- no, no estoy bien, pero en otro momento les contaré.
Sus amigos no preguntaron más, solo lo miraban guardar la carta en su sobre.
- Pueden comerse los chocolates -continuó mientras tomaba únicamente los sobres y se levantaba de la mesa para salir del comedor y dirigirse hacia su habitación, ignorando los murmullos y miradas sobre él al ya estar acostumbrado.
Draco quería golpear a su yo de la mañana que esperaba ansioso la carta de su padre con la esperanza de que hubiera cambiado de opinión, por haber sido tan estúpido e iluso.
No era un tema tratable, se negara o no, su padre se lo había dicho ya innumerables veces, el tenía su futuro ya escrito y no podría hacer nada para cambiarlo, tenía que aceptarlo de una vez y dejar de lado sus tontas esperanzas.
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Lumos | Drarry
FanfictionDraco estaba pasando por el peor momento de su vida, hundido en una profunda depresión, tratando de sobrevivir solo con sus pensamientos, hasta que aquel chico de ojos color esmeralda le dió un sentido a su vida, dándole felicidad y paz a su mente y...