Esmeraldas, esperanza, amor... ¿Amor?

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Draco le lanzaría un libro a Myrtle si pudiera, ella era sumamente fastidiosa cuando se lo proponía.

— Minnie, basta, no tiene ni un poco de sentido todo lo que has dicho.

El fantasma de la chica le miró incrédula.

— Entonces, ¿tienes alguna otra explicación a tu reacción? No cualquiera se sonroja de esa manera por un comentario o una simple mirada, Drizzy.

El rubio rodó los ojos con fastidio, llevaba alrededor de treinta minutos teniendo esta conversación con ella, porque sí, lo primero que hizo Draco una vez que la clase de pociones había terminado fue irse corriendo al baño de chicas para quejarse con Myrtle. Y Myrtle no entendía muy bien a Draco, le había ido perfecto en la prueba, tanto a él como a su compañero de trabajo, habían mantenido pequeñas charlas e incluso intercambiado sonrisas, ¿por qué eso era algo para estar de mal humor?

— Ya te he dicho que odio ese apodo.

— No cambies el tema —le interrumpió la chica— te gusta ese chico.

— Te lo vuelvo a repetir, Myrt, no me gusta Potter, ¿cómo me podría gustar alguien con quién si quiera he tenido una conversación que no fuera referente a tareas o para burlarme de él?

— Los muggles dicen que si molestas a alguien, es porque ese alguien te gusta.

Draco frunció el ceño, haciendo una mueca ante tal estupidez.

— Ya me lo haz dicho antes, ¿pero tú de dónde escuchaste tal idiotez?

Myrtle se encogió de hombros mientras flotaba hacia la ventana, dándole la espalda al rubio que se encontraba sentado frente a los lavabos.

— Hace algunos años, venía un chico aquí, era pelinegro y usaba lentes, le gustaba leer y veces venía con otro chico que igual era pelinegro, pero sus ojos eran verdes —habló la chica mientras se sentaba en el borde de la ventana— los recuerdos muy bien, eran amables conmigo, el de ojos verdes solía venir más seguido, el fue quién me dijo aquello cuando le conté como fue que morí.

El rubio miró con tristeza al fantasma de la chica, apretando sus labios en una línea.

— Esas personas no te querían, Minnie, ¿cómo puedes hacerle daño a alguien que amas?

Nuevamente la chica se encogió de hombros antes de hablar.

— La gente es muy extraña, pero no estábamos hablando de mi, esta conversación es sobre ti y tus sentimientos reprimidos.

Draco suspiró cansado mientras frotaba el puente de su nariz con su dedo medio.

— No existen esos sentimientos de los que hablas, Myrtle, ya para.

La mencionada entrecerró sus ojos.

— ¿Ah no? pues yo recuerdo muy bien la vez en la que me hablaste de un chico cuatro ojos con sonrisa estúpida y ojos verdes, brillantes y bonitos.

— ¡Tenía doce años, Myrtle!

— Ajá, ¿y?

— Te hablé mal de él.

— Y cito —Myrtle se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar, imitando la voz del rubio— "lo hubieras visto, Myrt, con esa sonrisa estúpida y arrogante que encanta a todo el mundo, teniendo toda la atención sobre él mientras el miraba como un idiota el paquete que había recibido".

— ¿Qué mierda, Myrtle? —le interrumpió el rubio— ¿cómo recuerdas todo eso?

— Así como tu recuerdas a la perfección cada interacción que has tenido con ese chico.

Lumos | DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora