Tren

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Las vacaciones navideñas habían llegado a su fin, para muchos esto podría ser lo peor del mundo, pero para Draco no, el esperaba con ansias regresar a Hogwarts, y no precisamente porque extrañara las clases o algo por el estilo.

En lo que restó de vacaciones no hubo más discusiones entre Draco y su padre, sin embargo el ambiente en la mansión Malfoy se había vuelto tenso e incómodo, y los comentarios que su padre le tiraba en ocasiones no ayudaban en lo absoluto. Sus padres se habían distanciado notablemente, ya no hubo beso de buenos días y tampoco de buenas noches, Lucius dejó de comer en la mesa junto a su esposa e hijo, ni siquiera en la cena navideña, tampoco les acompañaba a los paseos que tenían en el jardín y Draco no podía evitar sentirse culpable.

Esta vez solo su madre lo había acompañado a tomar el tren ya que su padre no había podido ir poniendo como excusa una tonta junta de su trabajo, pero el sabía perfectamente que su padre estaba mintiendo y eso hacía que su corazón se sintiera triste.

- Quita esa cara, dragoncito -habló Narcissa en un tono dulce mientras acariciaba los rubios cabellos de su hijo- seguramente papá te enviará una carta cuando tenga tiempo.

Draco miró a los ojos a su madre y le sonrío con tristeza.

- Sabes que no lo hará, padre ya no me envía cartas.

- Es porque dejaste de contestar a sus cartas, cielo.

- Porque todas hablaban del mismo tema, mamá -Draco abultó sus labios en un pequeño puchero.

Narcissa se quedó unos segundos en silencio, pero sin dejar de acariciar el cabello de su hijo, quién la abrazaba.

- ¿Qué te parece si hablo con tu padre? trataré de convencerlo de que deje de lado el tema aunque sea por un tiempo -Narcissa le sonrío dulcemente.

Draco sintió su estómago revolverse, tentado a decirle a su madre que ya no era necesario aquello, porque ya había tomado una decisión, pero simplemente no pudo hacerlo, su corazón no se lo permitía, porque eso no era lo que él ni su madre querían.

- Será difícil hacer que deje su berrinche, pero no es imposible -siguió Narcissa al no obtener ninguna respuesta de su hijo- quiero que sepas, cariño mío, que pase lo que pase, sin importar la decisión que tomes en el futuro, yo siempre te apoyaré incondicionalmente, así quieras dedicarte a enseñar sobre pociones, quieras ser astrónomo o lo que sea, yo siempre estaré orgullosa de ti, apoyándote y dándote ánimos siempre.

Para este punto, las mejillas de Draco se encontraban empapadas de lágrimas, pero con una pequeña en su rostro.

- ¿Aunque decida seguir los pasos de papá? -se atrevió a preguntar al ver la sinceridad en los ojos de su madre.

- Eso es un camino muy peligroso , cariño -Narcissa limpió las lágrimas de su hijo- pero sí, si es lo que realmente quieres te apoyaré y te cuidaré hasta donde pueda y me permitas.

Y solo eso bastó para que Draco se echara a llorar en los brazos de su madre, quién lo envolvió en un fuerte y cálido abrazo mientras se permitía también soltar algunas lágrimas.

Draco realmente necesitaba escuchar aquello y el que se lo haya dicho su madre lo hacía aún más especial, haciendo que su pecho se sintiera cálido por la felicidad y paz que las palabras de su madre le daban.

Madre e hijo pudieron haber estado todo el día abrazados, pero el tren del menor estaba a punto de salir, así que, en forma de despedida, Narcissa dejó besos por todo el rostro de su hijo mientras le repetía lo mucho que lo amaba y lo especial que era para ella.

Después de la larga y linda despedida, el pequeño rubio se subió al tren llamando la atención de todos los estudiantes, confundidos al verlo subir con una gran sonrisa en sus labios y con sus mejillas, frente y nariz manchadas del labial de su madre.

Lumos | DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora