El Secreto Que Compartimos (Chat Noir/Adrien y tú) [PAUSADA]

29. Solía Gustarme

Narra _____

―¿Y bien? ¿No me vas a responder? ―insiste ladeando la cabeza con curiosidad. El suave movimiento de sus orejas me distrae un segundo y tengo que contener una risita para no enfadarlo más.

―¿Cuál era la pregunta? ―me hago la tonta a propósito, pues me divierte medir su paciencia.

Chat rueda los ojos y da unos lentos pasos hacia mí. Se inclina ligeramente casi haciendo alarde de su estatura y fija sus preciosos ojos verdes en los míos. Está cerca, lo suficiente para ponerme nerviosa. No puedo huir y él lo sabe.

Maldita torre Eiffel.

―¿Qué hacías trepada en ésa ventana? ―repite de manera lenta y pausada. Puedo sentir su voz raspando su garganta al pronunciar cada palabra, produciendo un sonido hipnótico, similar a un ronroneo.

Me sostengo del barandal con ambas manos detrás de la espalda e intento ignorar el déjà vu que acabo de tener.

―Diversión ―respondo con simpleza y él hace una mueca de disgusto.

―Hablo en serio, _____.

―Yo también ―sonrío mostrando los dientes y Chat Noir aprieta los labios antes de frotarse los ojos, irritado.

―Al menos déjame saber una cosa… ―pide, suena resignado.

―Está bien. Dime.

―No estabas escapando, ¿o sí? ―su pregunta me saca de balance por un instante y me intriga saber porqué se ve tan preocupado por ello.

―No. No lo hacía. ―Mi respuesta le causa un alivio tan visible que hasta yo puedo sentirlo.

¿Qué es lo que piensas, Chat Noir?

―Bueno, al menos estás bien ―concluye con resignación mientras se pasa una mano por el cabello, despeinándolo más de lo que ya está―. Eres un peligro, ¿sabes? ―me reprende, pero la forma en la que juega con el mechón de mi cabello me hace saber que ya no está enojado.

Nos quedamos en silencio por los siguientes minutos y apenas soy consciente de su paulatina cercanía hasta que nuestras narices se rozan por primera vez. Es un toque suave, su aliento mentolado se mezcla con el mío y un impulso casi instintivo me hace mirar sus labios.

¡Aparta la mirada! ¡Aparta la mirada!

Mi corazón se vuelve loco, mi estómago se revuelve y busco desesperadamente una distracción que me aleje de la terrible tentación que siento.

Vaya antojo tan peligroso.

―¿Y… y qué me dices tú? ―suelto en un balbuceo nervioso―, ¿qué hacías cerca de la mansión Agreste?

Chat Noir parpadea, sorprendido por mi interrupción, y da un paso hacia atrás casi por reflejo.

―Estaba… patrullando la zona ―responde luego de unos segundos―. Eres una chica muy suertuda.