El Secreto Que Compartimos (Chat Noir/Adrien y tú) [PAUSADA]

20. Adrien Agreste

Narra _____

Una hora estuvimos en la clínica después de que la doctora se marchara de la habitación. Una jodida hora.

Y cada maldito minuto fue incómodo y asfixiante.

Noreen no dijo nada. No preguntó nada. Ni siquiera me dirigió la mirada. Y cuando me dieron el alta, lo único que oí de ella fue:

―¿Quieres que te lleve?

Y por alguna razón no me pude negar.

Así que ahora estoy en su auto, sentada en el asiento junto al suyo mientras miro mis manos como si fueran la cosa más interesante del mundo. Como si la única figura materna que he conocido en los últimos años no acabara de descubrir que estoy embarazada.

―¿No dirás nada? ―pregunto finalmente, reconociendo que una de las dos debía dar el primer paso.

Y tenía que ser yo.

―¿Qué quieres que diga? ―su respuesta tan vaga me hace sentir extraña.

―No lo sé. Pero di algo… ―pido en un murmuro.

―¿Me estás dando permiso?

―¿Tengo que dártelo?

―Supongo.

¿Por qué me importa tanto lo que piense?

―¡Pues di lo que sea que quieras decir de una vez! ¡Vamos, grítame! ¡Dime lo mucho que mi padre estaría decepcionado de mí! ¡Llámame como se te dé la gana! Estoy segura que te mueres por…

―¿Y tú? ―pregunta de pronto, deteniendo mi vómito verbal.

―¿Cómo?

―Quiero saber qué es lo que tú sientes, _____…

Sus palabras me dejan colgada por un momento.  Un confuso y asfixiante momento en el que intento responderme ésa pregunta por primera vez.

"¿Cómo me siento?"

Maldita sea. ¡Estoy embarazada y tengo diecisiete años, ¿cómo más podría sentirme?

Estoy a punto de graduarme. Tengo un buen trabajo. ¡Estaba bien por mi cuenta! Tenía un buen promedio escolar, admirables logros en esgrima, planes, metas… muchos sueños.

Pero ya no más…

―¿Qué quieres que te diga? ―logro balbucear. Me tiembla la voz y me duele el pecho.

Por éso no quería pensar en ello.

―Hablo en serio, _____. Quiero saber.

―¿Y para qué? No cambiará nada…

Noreen rueda los ojos.

―¿Al menos sabes quién es el padre? ―su pregunta me ofende mucho.

―¡Por supuesto que sé! ¿¡quién demonios crees que soy!?