Capítulo VI

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Capítulo VI

James siguió estudiándola durante esa semana. Mientras ella iba de visita con menor frecuencia que antes. Incluso, el tiempo de visita lo había reducido, sin ella dar explicaciones.

Un día, incluso, se había propuesto a seguirle. Aunque era consciente que ninguna mujer antes le había llamado tanto el interés, como lo había hecho ella. Pero parte de todo ello se debía a una simple verdad. Aquel secreto del pasado que él había ignorado, hasta que su primo Albert le había confesado aquello, siendo ahora la causante de todo ese repentino interés hacia aquella señorita.

— ¿Me está siguiendo, Lord Cavendish?— expresó ella al detenerse, después de escuchar unos pasos.

James Cavendish salió de su escondite, odiándose por haber sido descubierto por ella. ¿Desde cuándo se había percatado que él la seguía?

— No... Simplemente coincidimos en un mismo camino.

— ¿Cómo todos los días que me ha seguido, mientras me ve desaparecer de la propiedad de su familia?

Él la miró con interés, acercándose a ella.

— Si me había observado en otras ocasiones, ¿por qué no inquirió en saber por qué lo hacía?

— No era de mi interés sus razones... ¿Acaso no puede caminar por donde le plazca?

— ¿Y por qué ahora, entonces, le disgusta?

— Porque he entendido que me ha seguido... Y no pretendo ser de su interés.

Una sonrisa irónica se dibujó en el rostro de James. ¿Acaso podía ser verdad lo que sus oídos habían escuchado?

— ¿Usted de mi interés?— alzó una ceja—. Se tiene de mucha estima, señorita Cartwright.

— Posiblemente...— expresó con un tono chocante y con cierta altivez, para después darse la vuelta y seguir su camino.

— He escuchado que pronto se convertirá en Condesa...

— ¡Mi vida no es de su incumbencia!...

— Ya lo creo que lo es, si pretende convertirme en su cómplice. ¿O acaso creerá que me prestare a su juego al saber que esa es la razón que le ha motivado a escapar tantas ocasiones?

— Es usted quien insiste en meter las narices donde nadie lo llama. Mire, déjeme marchar.

— Ni lo sueñe. No voy a permitir que una jovencita medio trastornada envuelva a mi familia en su locura. En especial a mi abuela...

Su tono de voz fue firme, por lo que sin querer, aquella actitud hizo que ella se pusiera tensa.

— No intento involucrar a su familia... Por eso he decidido no venir a visitar a su abuela, con la frecuencia que solía hacerlo antes. Me temo que es un asunto que debo aceptar aunque me duela...

—¿A dónde se dirigiría si lograse escapar?

— No pienso decirle... ¿Acaso no me ha pedido que no involucré a su familia?

— Realmente usted no colabora en lo más mínimo...

— Usted tampoco...

Aquella señorita que pretendía ser un misterio para James, esbozó una mueca de fastidio.

Luego intentó desaparecer de su presencia. Pero él era tan obstinado como le había expresado y le había seguido para disgustarla más.

— Realmente no soy un mal caballero ni un hombre descortés cuando tengo al frente a una dama, pero usted... Usted realmente esta logrado acabar con mi paciencia. Y le soy sincero, soy la persona más obstinarte cuando se me ha metido algo en la cabeza.

— No estoy pidiendo su ayuda. ¿Qué le importa saber sobre mis razones?

— Mi abuela siente simpatía por usted. No le entiendo...

— No es necesario que usted le entienda... Ella ha sido como una madre para mí cuando he necesitado un brazo donde llorar. Sólo por eso siente simpatía por mí... 

Annette cerró los ojos. Se sentía tan devastada. Como si un recuerdo del pasado, le recordase el porqué ella había deseado huir en todas aquellas ocasiones en que había fracasado.

<< No asistirás a ninguna temporada de primavera para buscar pretendiente... He encontrado un candidato para ti. Un matrimonio digno para una hija mía... >>

_ ¿Señorita Cartwright?_ preguntó James al verla afligida—. ¿Se siente bien?

Annette irguió la barbilla con petulancia al abrir los ojos.

— ¿No piensa responderme?

— No creo que a usted realmente le importe.

Annette giró sobre sus talones, dándole la espalda de nuevo.

<< ¿Cómo era posible que todo hubiera salido tan mal?>>, se preguntó tan molesta consigo misma al recordar todos aquellos intentos fallidos. Incluyendo ese que le había cruzado con aquel hombre. Su plan había sido simple. Pero la realidad de los resultados habían resultados ser otros.

Como se lo temía, en unas de esas ocasiones, había sido recibida por su padre en plena noche. Una sonrisa irónica le miraba, mientras una vela le hacía verse descubierta ante él.

¿Saliendo a caminar a altas horas de la noche? le dijo su padre al tenerla cara a cara.

¡Padre!... expresó sorprendida.

Espero que haya sido una caminata reflexiva y no otra cosa... No toleraría encontrarme con la idea de que has resultado una ingrata. Y más cuando he decidido presentarte al hombre que se convertirá en tu esposo... sonrió con malicia.

Todo lo que Soy (1er libro )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora