Capítulo X
Aquella impresión de ver a Annette en aquellas condiciones golpeó fuertemente a su corazón y a su ser interno. Jamás había sentido compasión al ver a alguien llorar, sin embargo, todo con ella parecía ser últimamente diferente. ¿Acaso las palabras de su abuela le estaban haciendo efecto?
— Señorita Cartwright, ¿puedo ayudarle?
— No debería molestarse en querer ayudarme...Nadie puede hacerlo...—dijo al darle la espalda. No obstante, al dar un paso, se resbaló y volvió a caer de rodilla en aquel suelo.
— Señorita...
— Es mejor que se marche y me deje sola... No necesito nada de usted. Ni siquiera su lástima.
— Sin embargo, no soportaría la crítica de mi abuela si llegase a saber que le he dejado aquí sin hacer, al menos, el intento.— dijo al acercarse a ella. Deteniéndose de un golpe al ver la herida en su mano izquierda_. ¡Está herida!
— Os ruego que me deje sola... No necesito de su ayuda... Nadie puede ayudarme. ¿Acaso no le entiende?— susurró Annette con un tono de frialdad al no tener más fuerza para discutir con él. Aquel dolor que sentía su alma le privaba de aquello—. Por favor... déjeme sola...
— No...No puedo. Me temo que no puedo dejarla así. Se ha convertido en uno de mis defectos.— expresó seriamente al acercarse un poco más a ella, para ayudarla a levantarse_. Dígame lo que usted desee. Insúlteme si eso la hace al menos feliz... Pero entienda mi posición. ¿Qué clase de hombre sería yo si la dejara aquí sin brindarle al menos mi ayuda? ¿O en qué posición quedaría ante usted y mi abuela?
Annette sintió una opresión aguda en su interior. Aquellas palabras que le había dicho aquel hombre que creía que era su padre, retumbaba en su cabeza como si fuese un eco ensordecedor, mientras su corazón se rompía aún más en pedacito. Al mismo tiempo, en que James tomaba su brazo y la ayudaba a levantarse. Por lo que sin poder evitarlo, su tono de voz se quebró.
Sus lágrimas se derramaron por todo su rostro. No podía evitar el seguir llorando. Se encontraba tan herida.
—Usted no entiende... Nadie puede salvarme del infierno que ha decidido ser parte de mi vida... Lamento haberlo puesto en esta situación...— le expresó antes de darse la vuelta e irse de allí.
A lo lejos había visto a la servidumbre de su padre. Habían ido a buscarla para obligarle a regresar a aquel lugar que una vez consideró su hogar.
Cerró los ojos e hizo una honda inspiración, aspirando el cruel aroma de la desgracia que había decidido tocar a su vida.
James la observó, sintiéndose extraño, mientras trataba de ordenar sus pensamientos. ¿Empezaba a sentirse preocupado por ella al observar cierta tristeza en su mirada? No, no debería. Entonces, ¿Por qué le preocupaba y quería conocer el motivo de por qué lloraba?
— Señorita Annette, hemos venido a buscarla y llevarla de regreso a su hogar... Su padre le espera.
— Por supuesto...
"¿Hogar? ¿Cuál hogar?" se preguntaba Annette a sí misma, sintiendo que ya ni siquiera eso tenía.
Regresar a aquel lugar, era como si una fuerte puñalada atravesara todo lo que había en ella. Destrozando todo su ser.
La brisa rozaba su rostro y su cabellera rubia, mientras el frío húmedo hacía lo mismo, pero ¿qué importaba?, pensó, caminando hacia el sendero que la llevaba a aquel futuro del cual no tenía escapatoria.
Ni aunque hubiese querido podría haber huido de aquel lugar donde se encontraba. Lo único que podía hacer era mirar como su vida se pintaba aún más de desgracia.
Finalmente se encontraba de nuevo en frente de aquel hombre que le había dado su apellido, sin saber si realmente era su hija o no. Aunque él mismo ya lo había sentenciado.
— Buenos días señorita.— le expresó su prometido—. Finalmente le conozco...
Ella tragó saliva antes de responder. Aquel hombre realmente ante la vista era un ser repugnante. Era aún más anciano de lo que pensaba.
— Buenos días conde de Essex. Es un honor.— expresó con cierta frialdad e ironía.
— Debo disculparme por mi tardanza... Cartwright, realmente me has dado una buena recomendación. Y el honor es para mí, si he de ser sincero.
— Los deberes de un conde tan intachable como usted también le debieron tener ocupado..— sonrió fingiendo verse amable, pero lo que quería era desaparecer de allí por completo—. Por lo que no se apene, conde. Mi padre entiende perfectamente sus obligaciones...
— Agradezco sus palabras... Y reitero una vez más lo feliz que estoy de que usted sea mi prometida.
Aquel conde sonrió al mirarla aún más a los ojos. Haciéndole ver a Annette cuán complacido realmente él se sentía al saber que en el futuro, no tan lejano, la convertiría finalmente en su esposa. Pero en especial, porque la veía como un adorno que presumir ante los demás nobles de su edad.
Dios, ahora eso le faltaba para hacer su vida aún más miserable.
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Quiero agradecerles a todas mis lectoras (Y lectores) por darle una oportunidad a mi novela... No se imaginan mi alegría al ver sus votos y sus comentarios. Y también para disculparme por mi tardanza. Gracias =)
Ah... Les dejo una foto de James :p
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Todo lo que Soy (1er libro )
Ficción históricaJames Cavendish, había nacido en Escocia, aunque parte de su niñez y adolescencia la había pasado en Devon. Había sido educado como inglés, al ser el único nieto varón de Bernand Cavendish, duque de Devonshire. Y por lógica, debería heredarlo por pe...