Capitulo 19

37 26 16
                                    

Fallé otra vez a mi palabra. Estaba en mi cuarto, tirada con una inyección en mi mano. No quise levantarme, dormí el resto del día.

Fallé otra vez. Fallé a Richard, fallé a mis palabras de Elmer. Pero estaba lo suficientemente drogada como para que todo eso me importase. Incluso mi trabajo.

Al despertar veo a Trecy en la habitación de Helen. La levanto.

—¿Dónde estoy?—dice somnolienta.

—Despierta. Estás en mi casa.

—¿Estás drogada aún? Pareces muerta—me agarro rápidamente de la cómoda de la cama, teniendo la sensación de que caería al suelo—Sientate—rie—, tenía mucho de no haberme drogado tanto.

—Si, y ahora no fui a trabajar.

—¿Te arrepientas?

—No me preguntes eso ahorita—agarro mis sienes—Necesito comer algo. ¿Me acompañas a comprar algo?

—Espera, ni tu ni yo estamos en condiciones de ir.

Dormimos nuevamente, las dos en la misma cama sin percatarnos. Cuando desperté lavé mi cara y eché un poco de agua fría a la cara de Trecy para que así se levantara. Tenía mi teléfono de algunas cuantas llamadas perdidas, había estado totalmente desaparecida. Eran las siete de la noche, así que puse mi chaqueta y fui a la tienda por algo de comer, y unos cigarros.

—¿Me compras chocolate?—agarro mis sienes recordando que estaba en compañía de Trecy.

—Bien, todo porque no fumas cigarrillo.

—¿Me dejaras quedarme en tu casa?

—¿Y la tuya?—me dicen la cuenta y pago para voltear a verla.

—No tengo una propia, además de que estás llena de soledad y yo tengo drogas.

—Perdí mi trabajo.

—¿Y como lo sabes?—bajamos las escaleras, aquellas que bajé el mismo día que conocí a Richard.

—Tengo llamadas perdidas de mi jefa, muchas. Me había perdonado todas mis faltas, ya no hay vuelta atrás—saco el encendedor, aquel mismo verde que Richard había comprado, el que temía acabar—. Acompáñame un momento a un parque, quiero fumar ahí por hoy.

No dije nada, pero la tristeza me estaba consumiendo, sin percatar y por impulso mi vida se había ido a la mierda, por mi culpa, otra vez.

—Bien—ella daba pequeños saltos con su chocolate en mano. No sabía de dónde sacaba tanta energía.

—¿Y tú trabajo? Dijiste que trabajas—boto el humo mientras íbamos de bajada hacia aquel parque público.

—Me da igual. No estoy para presionarme por eso.

—No tienes preocupaciones. Eso dices.

—Me mantengo sola, obvio tengo preocupaciones. No me vengas con eso de que soy una niña y no sé que es la vida adulta. Mírate, pareces que morirás.

Rio con nostalgia—Sabes como defenderte. Siempre sabes que decir para callar a la gente.

Llegamos a la banca, respiro y en silencio termino mi cigarro. Nadie decía nada, y la nicotina calmaba mi ansiedad.

—¿Por qué no te importa nada?—pregunta.

—No lo sé, tengo esa sensación de que moriré pronto—respondo.

—¿Haz visto la muerte?

—¿Que es esa pregunta?

—He visto morir a muchos de mis amigos. Por problemas de calle terminan ahí mismo, tirados. Por eso Fer me sigue dando drogas, sabe que en realidad esto no es nada con lo que se carga en la vida.

El último cigarrillo [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora