Capítulo 2

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Dos largas semanas y agradecía recibir mi pago, salí feliz de la galería de arte buscando algún lugar para comer comida china. Tuve la costumbre de comer comida china cada que recibiera pago, o cada que hubiera una celebración desde que era pequeña con mi madre y hermana eso era antes del alcoholismo de mi madre, desde entonces dije que cuando tuviera mi trabajo podría hacerlo todos los días de pago, me lo merecía.

Saber todo eso, recordar todo eso y estar sola en el mismo lugar me destrozaba el alma, ¿en qué momento cambió todo? ¿Por qué ahora solo vivo en los recuerdos que están en mi mente?

—La verdad es que nunca te quise en mi casa—ella se balanceaba no podía ni siquiera mantenerse en pie, yo con lágrimas en los ojos no decía nada y me indigné a decirle algo al respecto. Tampoco tenía la edad suficiente para poder depender de mi misma en el nmomento en que escucuché esas palabras—Solo quería que te largaras, qué dejaras de ser una carga. A ver si algún día logras poder salir adelante, trabaja y entender lo difícil que es la vida en este mundo.

Que desagradable.

La relación de mi madre y yo era un poco complicada, nunca pasaba desapercibida, por mi niñez diría que fue un monstro y aunque gracias a eso me dejó el escudo de emociones sentía que no le debía nada, y ella por supuesta calmó su enojo con ser un poco persuasiva, me destruyó mentalmente. Pensaba que algun dia pudiera perdonarla.

Es sorprendente como una simple situación puede cambiar tanto el día, como un recuerdo te lleva a vivir el pasado y luego te saca por la borda casi ahogandote.

Salí del restaurante y me dirigí a aquel mismo parque al que había estado yendo todos estos días atrás, encendí un cigarro con el mismo encendedor verde de aquella vez y con audífonos puestos puse Red hot chili peppers, disimulando el caso de que había una pareja discutiendo a la distancia corta.

Quería llorar, no lo podía negar, pero no podía hacerlo, no podía sacar una lágrima de los ojos y si era sincera era ese el mismo sentimiento que me ocasionaba impotencia y cólera, esa misma que al final hacia todo malo conmigo. Estaba segura que reprimir mis emociones y después arrepentirme porque no podía sentir algo en lo absoluto teniendo un bloqueo emocional fuerte, era el peor sentimiento, junto a la soledad. Y eso justamente me estaba lastimando.

Me levanté a comprar otro paquete de cigarros y no los malboro rojos por supuesto. Cuando regresé a ese misma banca lo vi, estaba él, milagrosamente estaba él; ahí como una luz de faro en la calle de noche solitaria. Lo podía notar desde lejos, sabía que era él, intenté calmar la emoción, intenté no mirarlo pero era inevitable, intenté que mi corazón no brincara como loco dentro de mi pecho, quise devolverme y sentarme en otro lado por mi nervios pero fue demasiado tarde en el momento en que vi su saludo con su mano.

¿Por qué quería verlo? ¿Qué es esta emoción? ¿Qué espero de todo esto?

—Hola—él saludó primero en cuanto ya estaba cerca, lo que agradecí no hacerlo yo primero.

—Es una causalidad verte por aquí—dije sombría sentándome a su lado encendiendo un cigarro, intentando no parecer sorprendida o en este caso triste—. Pero, llegué aquí primero, así que lo siento—dije.

—No estabas cuando llegué.

—Estaba en la tienda y...—él sonríe— Olvídalo, me siento de todas formas.

—No me molesta, de todas formas.

—No te había visto por aquí últimamente—dije.

—Vengo a diario, me asombra no haberte visto antes—él pone sus manos en los bolsillos de su chaqueta negra.

El último cigarrillo [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora