capitulo 24

13 9 0
                                    

No podía creerlo, había perdido a la persona a la que me había enamorado por esto. No pude hacer mas nada que decirles a todos que estaría mejor, acepté a ir alcohólicos anónimos porque sabía que a nadie le favorecía que estuviera mal, a decir verdad yo aún no creía que estaba lo suficientemente hundida en la droga, mi mente divagaba y me deprimía. Muy al fondo todos estos pensamientos me peleaban la mente, no aceptar la realidad, tomar todo esto con orgullo y entorpecer con ese estúpido pensamiento de que no era nada evitando mi confrontación.

—Está un poco diferente—dije al llegar a la casa de mi madre con algunas maletas en mano. Me llenaba de amargura tantos recuerdos al entrar.

—Ha pasado tiempo desde la última vez que llegaste—dice ella.

—¿Qué pasó con tu vida fuera de aquí?- pregunto a mi hermana, ignorando lo antes dicho.

—Todo está resuelto, no deberías preocuparte por eso— en su voz había resentimiento, dejé mi ego abajo y solo asentí para evitar la discusión.

—¿Qué hizo Helen?

—Pide disculpas por no ir a verte.

—No quisiera que fuera diferente.

—Tienes personas que te aprecian, Verónica, deja de ser tan egoísta y piensa en eso por lo menos una vez en tu vida, ¿Quieres?

—¿Cuál es tu problema?—me pongo a la defensiva.

—Piensas que eres la única que sufre en esta vida, todos luchamos con soledad, problemas y mas cosas y realmente pasas haciéndote la victima, abre un poco esa mente y cae en realidad.

—No discutiré—dije mordiendo la lengua de enojo, ella sale de la casa. La incomodidad en el ambiente estaba presente después de quedarme sola con ella y tener que sentir su presencia.

Todo me estaba afectando, mi cuerpo se sentía pesado e intentaba no pensar en toda la mierda que me había caído encima, pero quiero y sigo pensando en alguna forma de escapar de la realidad aunque sabía que no era lo justo. Por las noches lloraba agarrada a mi cobija para retener ese impulso que de alguna forma me hacía pensar que podría salir por la noche y conseguirla, tenerla y sentirla en mi cuerpo, y por el día enjuague mi cara cada treinta minutos, mi apetito había disminuido aun mas, el insomnio era terrible pero pensaba en alguna forma de cansar mi cuerpo; como trabajar nuevamente pero recuerdo ese inestable problema en todas diferentes situaciones.

Han pasado dos semanas, no había hablado con Richard, pensé que lo correcto era que él dejara de pensar en mi, y a decir verdad no había tenido la posibilidad de drogarme. Había asistido a esas estúpidas reuniones, sin poder hablar nada al respecto a mi situación, después de eso había dormido todo el día en mi cama llorando porque mi cuerpo se estremecía y mi cabeza dolía. 

¿Recuerdan que alguna vez hablé de que la soledad era mi peor sentimiento? Seguía creyéndolo, y su competencia sería la melancolía de extrañar aquello que ya pasó y que no es igual que ahora, ahora extraño como era antes de todo esto, como Richard me hacía sentir antes de hacer en todo esto y que mis pensamientos fueran un poco mas claros. ese calor en el pecho de sus abrazos y la sonrisa en mi rostro presente que ahora eran reemplazada por lo oscuras de mis ojeras atrapadas en mi rostro.

Mi relación con mi madre no había cambiado mucho, pero siempre que me veía en esa cama me hablaba, quizás si había cambiado, quizás ella lo logró, o quizás seguía siendo la misma disfrazada, ¿tu creerías en que una persona puede cambiar?

—Soy Verónica, tengo diez y nueve años, han pasado dos semanas sin consumir algún tipo de droga, a decir verdad se me ha hecho un infierno y mi cuerpo cree no resistir, no estoy mejor que antes, y no creo que lo esté realmente, odio no poder tenerla—hablo ante el grupo de gente, la mayoría mayores que yo, los que solo miraban y asentían.

El último cigarrillo [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora