Declaración y Napoleón

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Napoleón despues de la llamada que tuvo con Taro, estaba algo frustrado, le había dado una gran oportunidad a Misaki, y todo por su miedo. Era su culpa y debía admitirlo, toda la confianza que tenía se había desvanecido en un momento.

—Es obvio que la victoria es tuya, Taro... te deseo suerte, supongo.

Estaba triste en el fondo, nunca le había pasado esto, el ya había asumido que Pierre escogería a Misaki porque Taro se le declararía primero.

—¿Por qué fuiste tú, Pierre? ¡¿Por qué?!

Napoleón comenzó a llorar.

—Podré hacerme el duro, pero ya no puedo más, ¡ya no puedo! No quiero perderte Pierre, si he cambiado, es por ti.

El pelirrubio estaba estresado, el bromeaba, el reía, se hacía el fuerte solo para contener todo el dolor y ya no podía soportar eso.

—¿Por qué te amo a ti? Nunca me debí haber enamorado de ti, pero eso no lo pude evitar. –suspiró triste– Solo me queda dormir, no puedo seguir haciendome preguntas que no tienen respuesta alguna, solo debo asumir la realidad y ya está.

A los minutos, Napoleón cayó en un sueño profundo, no le costó dormirse, solo quería un descanso, quería descansar de todo por un momento aunque sea.

Al día siguiente

Napoleón se había despertado bastante tarde, no estaba motivado, tenía miedo al futuro, no quería seguir luchando en "una batalla que ya estaba perdida".

En fin, aunque no quisiera, no debía dejar plantado a Pierre, y el le había dicho a Misaki que se declarara primero, debía juntar valor por el, seguro si en vez de Taro, el iba primero, Misaki se sentiría igual.

Napoleón se bañó y almorzó rapidamente, esperaría a que fueran las 4 para ir, despues de todo, el no era tan puntual y en esos momentos lo que menos quería era llegar temprano.

Mientras esperaba, no podía dejar de pensar en como había llegado a esa situación.

—Si tan solo me hubiera enamorado de alguien más, ¿esto no dolería tanto?

Napoleón suspiró.

—No quiero ir... ni siquiera se que le diré.

El pelirrubio revisó la hora en su celular y vió que ya eran las 4. Eso le puso nervioso pero debia enfrentar las cosas, era ahora o nunca.

—¡Y-Ya debo ir! Que sea lo que el destino decida.

Dijo eso para salir de su casa, tenía muchas dudas, muchas preguntas, pero quizás su declaración serviría para hallar alguna respuesta.

Ya cuando estaba llegando al lago, notó que Pierre estaba allí esperandolo, Napoleón al verlo se sonrojó, de verdad que no sabía que hacer, no sabía si acercarse o no. Esperó unos minutos y se decidió, Pierre fue responsable al ir y ahora su unico deber era llegar y confesarle todo de una buena vez.

—H-Hola Pierre... –se acercó inseguro al chico–

—¡Napoleón! Me tuviste esperando por un buen rato –suspiró–

—Lo siento.

—Tranquilo, no te disculpes –soltó una sonrisa sincera– ¡Oye! ¿que querías decirme?

—E-Eh...

—¡Dime! –se acercó al chico y Napoleón retrocedió unos pasos–

—Y-Yo... ¡No puedo! –suspiró derrotado y se dió la vuelta–

—Napoleón... tu siempre estás decidido y gracias a eso me atrevo a hacer las cosas, tu me has inspirado a ser así, no temas, no te juzgaré. –tocó su hombro–

—Pierre... es verdad, no debo dudar en un momento como este –se volteó a mirarlo con más seguridad– Uff, esto es complicado, ni imaginarme como te lo habrá dicho Misaki pero yo igual debo decirtelo, me gustas Pierre, ¡y muchisimo! Y-Yo te amo... y ni preguntes como pasó todo esto porque ni yo mismo se por qué.

—Napoleón...

—Solo sé que siempre te he querido, mi orgullo me jugó en contra, no sabía como actuar contigo que solo podía molestarte para obtener aunque sea un poco de tu atención.

—¿Eh? ¿Solo me molestabas por eso...?

El contrario asintió.

—Bueno, ya es hora de irme, te dejaré que lo pienses –abrazó a Pierre, cosa que le sorprendió– no me siento en derecho de hacer más, si no me eliges, cosa que es más probable, quiero que seas feliz con Taro –dijo para salir corriendo con lagrimas cayendo sobre su rostro–

—¡Napoleón! –exclamó al verlo con lagrimas, sin embargo, el pelirrubio ya se había ido y no le había escuchado– espero que esté bien...

Con Napoleón

—Lo hice... pude confesarle que me gustaba, ¡te amo, Pierre! –sonrió– esto es solo el inicio, gracias Taro, gracias por ayudarme en dar este paso muy importante.

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