Declaración y Pierre

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Al día siguiente

Pierre se había levantado temprano, debía prepararse mentalmente para lo que haría, y es que no sería facil decirlo, nunca se había sincerado sobre sus sentimientos con alguien y menos con la persona que provocaba esa clase de sentimientos.

—¡Vamos Pierre! Ayer se te declaró, no debe ser tan complicado sabiendo sus sentimientos.

El pelirrubio estaba decidido, solo quería verlo, quería abrazarlo y darle un beso, si. Quizás iba muy rapido pero no quería perder ningún minuto más.

Pierre salió de su casa y fue rumbo a la casa de la persona que le estaba robando el corazón.

Al llegar, tocó el timbre, estaba nervioso, pero sabía que era normal sentirse así, esperó unos segundos hasta que lo vió, sin dudas se veía muy bien.

—¿Pierre?

—Hola, Napoleón...

——————————————————

Napoleón dejó pasar al chico, el pensaba que había ido para decirle que había escogido a Taro, ya estaba preparado para que lo rechazaran.

Te he elegido a ti, Napoleón...

¿Q-Qué?

Me gustas, Louis Napoleón.

—P-Pierre... ¡Perdóname!

—¿Por qué dices eso?

—Taro es mejor que yo... el se te declaró primero.

—Pero yo te elegí a ti, tu fuiste quien cautivó mi corazón, y si no lo puedes entender con palabras, tendré que demostrarlo –comenzó a acercarse al chico, Napoleón comenzó a retroceder pero se chocó con la pared quedando totalmente acorralado–

—¡P-Pierre!

—Tu siempre tomas la iniciativa, creo que es mi turno de hacerlo –sonrió–

No esperó más, rodeó con sus brazos la cintura de Napoleón y le plantó un dulce beso, Pierre le demostró al pelirrubio que quería estar con el, Napoleón correspondió torpemente al no esperarse el roce de labios, pasaron unos cuantos segundos y se separaron, ambos sonrieron al mirarse el uno al otro.

—En mi cumpleaños, tu me besaste como parte de tu "regalo", durante toda esa noche no paré de pensar en eso, ahora yo te devuelvo el regalo –acarició su cabello–

—Je... –seguía sorprendido– ¿como le diremos a Taro esto?

—Aun no lo he pensado, pero sé una cosa, se lo diremos juntos.

—Bien –sonrió tiernamente a la vista del mayor–

Te quiero, Napoleón.

—Y yo más, Pierre...

——————————————————

Minutos despues

—¿Quieres ir a tomar un café?

—¡Claro, me parece bien!

Napoleón y Pierre salieron de la casa y comenzaron a caminar rumbo a al cafeteria que no quedaba muy lejos, pero para la sorpresa del delantero, el pelilargo había entrelazado su mano con la suya.

—Pierre...

—Desde ahora, no quiero que nada ni nadie nos separe, te protegeré con mi vida.

—¡Oye! Yo igual me sé defender solo –reclamó indignado–

—Ja, como digas, aunque... te ves adorable enojado.

—¡Hey! –se sonrojó y Pierre rió–

—Bueno, ya llegamos.

—¡Si! Entremos –Pierre asintió y ambos entraron a la cafeteria decidieron sentarse en un lugar algo alejado–

—Oye, Napoleón...

—Dime –le miró expectante–

—¿Por qué estabas tan inseguro hace un rato?

—Ehm... –suspiró– es que bueno, yo había asumido que a quien habías elegido era a Taro y no pensé que me escogerías a mi, estaba muy sorprendido a decir verdad.

—No pensé que te sentirías de esa manera, Louis...

—Estaba tan inseguro, pensé que solo por el hecho de que Misaki se te declararía primero, el tendría más oportunidades.

—Ya veo, quizás nunca se ha notado, pero desde que te conocí, me hiciste cambiar de alguna manera, siempre disfruté tus bromas, aunque no quisiera admitirlo, de verdad disfrutaba cada cosa que hacías, constantemente me mentía a mi mismo y negaba lo que sentía. Si tu no hubieras tomado la iniciativa, probablemente no estariamos aquí en estos momentos.

—¿D-Disfrutabas mis bromas? –dijo bastante sorprendido–

—Si... aunque se notara lo contrario, en el fondo me encantaban y no deseaba que pararan nunca, ya que gracias a eso, podía hablar e interactuar contigo.

—¡Pierre! –se fue a sentar a su lado y le abrazó– ¡muchas gracias! ¡gracias! –se emocionó, siempre pensó que era una carga pero al oir esas palabras provenientes de Pierre, estaba más que feliz–.

—Me gusta verte feliz, tu sonrisa es muy linda.

—Gracias por pensar eso de mi...

—No hay de qué, bueno, será mejor que ya pidamos algo para comer, ¡muero de hambre!

—Digo lo mismo –rió–

Los 2 chicos se pidieron comida y 2 cafés, siguieron hablando durante un buen rato hasta que decidieron que era hora de partir, pero antes harían una parada en la casa de Taro Misaki.

—Tengo algo de miedo –confesó Napoleón–

—Tranquilo, no estás solo en esto, estare junto a ti en todo momento, te lo prometo –acarició su rostro–

—¡Bien! Entonces no hay tiempo que perder, ¡vamos! –le dió su mano a Pierre y se dirigieron a aquel lugar–.

—¡Bien! Entonces no hay tiempo que perder, ¡vamos! –le dió su mano a Pierre y se dirigieron a aquel lugar–

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