Capítulo 9: Detengamos este espectáculo

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-Kevin, baja el arma -dijo posicionándose frente a Agnès luego de que ambos se pusieran de pie, protegiéndola.

-¿Por qué tendría que hacerlo? - respondió este, aún con la pistola apuntando hacia Joseph y Agnés. Se sentía traicionado. Sus planes poco a poco se estabas desmoronando, era cosa de tiempo para que ellos terminaran en la cárcel. Debía hacer algo. Quería hacer algo, pero ¿qué? Por primera vez veía a su hermano feliz, con esa verdadera felicidad que se aprecia en el brillo de los ojos.

-Puedes hacer algo de lo que te arrepentirás - le contestó Joseph, luego de unos segundos de silencio.

-No me arrepentiré, siempre y cuando salgas de ahí.

-Si le haces algo, tendrás que matarme primero.

-Joe, no - habló Agnès de inmediato, tomando el brazo de Joseph. Sin duda, para ella era una locura si él pensaba sacrificarse para que no le pasara nada.

-Que situación más tierna. Protegiéndose el uno al otro, que patético - la mente de Kevin estaba que explotaba, sentimientos y pensamientos encontrados. No sabía que hacer. Estaba contestando casi por inercia.

-Kevin, por favor, baja el arma - insistió Joseph.

-¡NO! ¡Estoy harto de que no hagas las cosas según el plan! ¿y por qué? Porque el nene esta enamorado.

-¿Y acaso tu nunca lo has estado? - ahora era Agnès quien tomaba la palabra.

-El amor es algo que no existe.

-No Kevin, si existe, lo que pasa es que tú lo quieres ocultar.

-¿Ocultarlo? ¿por qué razón lo ocultaría?

-Porque estas sufriendo - ella le contestó inmediatamente. -Estás sufriendo y sabes muy bien la razón; Keyla.

-Te equivocas - dijo él con poco convencimiento.

-No, no me equivoco. Kevin, piensa, ¿qué crees que ella diría si te viera así?

- ¿Qué importa lo que ella diga? Ella me dejó, se fue. Nunca me quiso, sólo se casó conmigo por la fama. Pero la perdimos, y ella se fue también.

-No, Kevin. Si no fueras un alcohólico, ella seguiría contigo. ¿A quién le importa la maldita fama? A Keyla no le importaba y me consta.

-No lo sé - respondió con los ojos aguados. Su rostro había cambiado de la dureza a la tristeza. Bajó el arma, pensativo. La lucha de pensamientos continuaba. -El pasado es pasado, eso ya no importa más - levantó el arma apuntando hacia Agnès, quien había salido de la protección de Joseph para poder hablar claramente con él.

-Kevin, piénsalo bien ¿de verdad quieres convertirte en un asesino? Piensa en Keyla, sé que ella te ama y que estaría dispuesta a volver contigo.

-Yo... - bajó nuevamente la pistola. Le golpeó nuevamente la duda. -¿De verdad ella me ama? -Agnès asintió. El sonrió y una lágrima rebelde resbaló por su mejilla.

Agnès se acercó a él y lo abrazó, suavemente, temerosa de que pudiera levantar el arma y apretar el gatillo ahora que la tenía tan cerca. -Sé lo que se siente. Sé que duele, pero hacer esto no te hará olvidarlo. Si quieres, para con todo esto, yo no levantaré cargos en su contra, ni devolver el dinero, pero detengamos este espectáculo.

-Gracias, Agnès. Esto ya se me estaba saliendo de las manos.

-¡POR FIN! -Nicholas estaba parado en la puerta, apoyando su cuerpo en el marco de esta.

-Nick, por favor, no digas que vienes a hacer lo mismo que Kevin -habló Joseph en un tono más calmado, esbozando una pequeña sonrisa. Las cosas estaban mejorando.

-No, solo estoy feliz que Kevin entendiera, la verdad yo también quería parar con todo esto.

Agnès esboza una amplia sonrisa, una radiante sonrisa. Hacía ya mucho que no sonreía así, pero ahora tenía razones para hacerlo: sus captores la devolverían y había conocido al amor, en extrañas circunstancias pero contaba de todas formas.

Kevin y Nicholas salieron de la habitación, dejándolos solos. Habían quedado de acuerdo en liberar a Agnès al día siguiente, los tres la dejarían en un lugar cercando a la ciudad, asegurándose de que no los vieran. Y ella tendría que encargarse de llegar a su hogar y caminar, mucho. Joseph había sugerido dejarla en el parque, pero todo el resto coincidió en que podría encontrarse una patrulla por el lugar o que alguien los reconociera y a Agnès.

Al momento de que la puerta se cerró tras sus hermanos, Joseph se acercó asia Agnès y la tomó de la cintura.

-Y ahora... ¿Qué hay de los dos?

-Vamos a seguir juntos... ¿o no quieres? - habló Agnès en tono de broma, pero de todas formas, Joseph le siguió la corriente.

-Por supuesto que quiero... Pero¿si alguien se entra de lo que pasó?

- Estaré contigo siempre, pase lo que pase.

Secuestrada por los Jonas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora