Secuestrada por los Jonas.

Capítulo 2: Son los Jonas Brothers.

Un rayo de luz comenzó a molestarle en los ojos, los abrió lentamente, y luego de golpe, al notar que no estaba en su cuarto, al contrario, era un cuarto mucho más pequeño que el suyo, sólo había una ventana en la que había rejas por fuera, la cama era pequeña, la habitación tenía dos puertas, una aparentemente del baño y otra para salir. Eso se lograba distinguir en que una de las puertas poseía varias cerraduras que increíblemente se lograban divisar desde donde Agnès se encontraba. También había un espejo enorme a un lado de la puerta y debajo de este una mesita pequeña. Caminó para ver todo el lugar, se asomó por la ventana pero sólo logró ver un peladero garrafal. 

“¿Dónde estoy? ¿Por qué diablos estoy aquí?”, se preguntaba una y otra vez. Decidió entrar al baño para lavarse la cara y despejarse un poco, dentro de este encontró un closet lleno de ropa, ropa suya. Un ruido se escuchó y Agnès salió del baño para ver. Por la puerta aparecieron tres personas, tenían el rostro cubierto y sólo se distinguían sus ojos.

—Ya despertaste. -Dijo uno de ellos.

—No lo puedo creer. -Agnés miraba los ojos de cada uno.

—¿Qué no puedes creer? -Preguntó el otro.

—Sé quiénes son. Vi esos ojos una vez en una revista, son los únicos que he visto así.

—¿Quiénes somos? -Los tres reían pensando en que aquella chica se había vuelto loca.

—Son los Jonas Brothers.

—¡Qué!... -Reía nerviosamente. Agnès los había descubierto.

—Chicos, sabe quiénes somos, no tiene caso seguir ocultándonos. -Los tres chicos dejaron ver sus rostros, Agnès no estaba equivocada, eran los Jonas Brothers; Joseph, Nicholas y Kevin. Pero, ¿qué hacían ellos ahí?, ¿por qué la tenían en ese lugar tan aislado?, ¿sería una broma televisiva?, Agnes no entendía nada de lo que pasaba. 

—¿Qué hago aquí? -Preguntó seria a los tres chicos. —Estás secuestrada, Agnès. -Respondió Nicholas mirando a Josehp que salía de la habitación, se le veía algo incómodo.

—Esto debe ser una broma, ¡sáquenme de aquí!

—¿Crees que esto es una broma?, ¿que tus papis te hicieron esto?, no nos subestimes. -Sorpresivamente Nicholas tomó un arma y apuntó a Agnès a la vez que hablaba. —Gracias a tus padres, seremos millonarios.

Agnès permanecía callada, quería saber qué harían con ella, cuánto pedirían por ella y lo más importante, ¿por qué pasaron de ser unos talentosos cantantes a unos secuestradores?

Joseph volvió a la habitación con cosas para la higiene, las tiró en la cama y se fue, segundos después les siguió Kevin y Nicholas. “Esto no puede ser, ¿qué haré? Estoy atrapada y sin salida. Al parecer estaré aquí mucho tiempo, ¿por qué el mundo es así?, tan vil y capaz de hacer lo que sea por dinero, como privarme de libertad. Tengo ganas de gritarles miles de cosas, pero no, si quiero seguir viva, debo quedarme callada”. Agnès permaneció por un largo tiempo recostada en la cama que allí había, perdida en sus pensamientos, hasta que luego se durmió. Pasaron unos minutos desde que había logrado conciliar el sueño y sintió un ruido que la despertó. La puerta se había abierto, era Joseph.

—Lo siento por despertarte. -Dijo entrando a la habitación con una bolsa.

—¿Lo sientes? Eso lo hiciste a propósito.

—No, solo te traje esto. -Dejó la bolsa encima de una mesita que estaba a un lado de la puerta. —Aquí tienes un poco de comida.

Joseph se retiró sin decir nada más. Agnés permaneció anonada por un momento mirando hacia la puerta, no entendía por qué él era amable con ella, siendo que hacía unas horas atrás su hermano la había apuntado con un arma. Miró hacia la puerta, estaba un poco abierta. ¡Era su oportunidad! A paso lento se aproximó hacia la salida, asomó la cabeza y miró si es que allí había alguien. La habitación estaba completamente vacía, sólo había una mesa y sobre de esta un celular, al lado de la mesa había una ventana enorme, del mismo tamaño del espejo, por el cual se veía el cuarto en donde ella estaba. “¡Por eso está el espejo ahí! Así podrían vigilarme”. Agnès caminó hacia la mesa, tomó el celular y llamó al primer número que se le ocurrió.